27. Delicate.

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Caminé a paso lento, hasta llegar a la tumba de mi madre, le eché un vistazo a las flores que sostenía y me puse en cuclillas para así dejarlas sobre su tumba

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Caminé a paso lento, hasta llegar a la tumba de mi madre, le eché un vistazo a las flores que sostenía y me puse en cuclillas para así dejarlas sobre su tumba. Apreté los dientes y suspiré.

—Hola, madre —saludé con una media sonrisa—. Te traje esto porque creí que te haría bien, después de todo, hace rato no vengo.

Era la misma sensación de frialdad de todos los tiempos, esa brisa fría, siniestra y que congelaba mi sangre. Me mordí el labio inferior con algo de fuerza reteniendo las lagrimas. Porque aunque no lo quisiera, vagos recuerdos de nuestros momentos pasaban por mi mente.

Quería cambiar un poco el pasado, pero sé que no somos dueños del tiempo, y que por más que así lo desee, jamás podré traerla de vuelta. Me tocará vivir con el recuerdo de su existencia, la cual hoy aunque no sea física, siempre será emocional.

—Me enteré de toda la verdad —chasqueé la lengua—. Estoy... no sé, me siento feliz y triste, es como una mezcla muy extraña de sentimientos; quisiera... que estuvieras aquí, me gustaría conocer tus sentimientos. No somos dueños de ellos, pero sí de las acciones que hacemos, hiciste sufrir a papá. Pero no elegimos a quien amar. Yo terminé enamorándome de la hija del hombre que tú amabas.

—Y es hermoso —me giré para encontrarme con Suni, la cual sonreía con orgullo—. Es muy hermoso. Como si la vida estuviera uniendo los cabos.

Me sequé las pocas lágrimas, —¿Qué hace aquí, Suni?

—Vine a traerle flores a mi hermana, ya sabes, ha pasado un tiempo. ¿Podemos pasear cerca de aquí?, si no tienes ningún inconveniente —ofreció.

Miré la tumba de mi madre para luego asentir. Creo que caminar con alguien que tuviese la boca llena de verdad en estos momentos, me haría muy bien. Así que lo hice.

Ambas caminábamos por un parque que no estaba muy lejos. Suni me comentaba pequeños detalles de la vida de los padres de Jennie, y sin ningún apuro, yo la escuchaba, me parecía interesante, e incluso, me informaba mucho más de todo lo que ocurrió en sus vidas.

—En su momento, mi hermana me comentó que Seojoon tenía otra mujer; pero le dije que solo eran cosas de ella —retuvo el aire para al final soltarlo—. Pues no era tan paranoica, porque era cierto, me sospeché que fuese tu madre, Lisa. Pero jamás llegué a esa conclusión. Hasta que ocurrió todo este desastre. Como te dije, preferí no intervenir, yo siempre viví algo alejada de esa familia, por diferencias.

—Yo sí quiero que usted sepa algo, el amor...

—No, no me lo tienes que decir —sonrió—. Sé perfectamente el amor que hay entre mi sobrina y tú. Sentémonos aquí —Suni y yo nos dejamos caer en el banco del parque—. Es lindo. Al final, sabía lo que ocurriría, y que tú y ella empezaría a bailar una de la mano de la otra.

The River. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora