31. We Can Be Again.

2.1K 197 20
                                    

Mi cabeza no estaba en posición para elegir en el lugar que quería estar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mi cabeza no estaba en posición para elegir en el lugar que quería estar. Mi cuerpo podía estar en una silla, pero mi mente podía estar en la ultima vez que estuve con Lisa, abrazada a ella, esperando una sonrisa de su parte.

O que no dejara de mirarme. Las voces de aquellos personas los cuales estaban conmigo en lo que se suponía una importante reunión, dejó de importarme, ninguna de las palabras, u oraciones que salían de sus bocas, entraba como información completa en mi cabeza.

Pestañeé repetidas veces, y maldije para mis adentros, este no era mi lugar. Yo no quería estar aquí, ni mucho menos desaba sentarme todos los días en esta silla a pensar en la manera que lo arruine todo con Lisa, y que en este momento ella pudiera estar aquí conmigo.

Pero mi cabeza lo dibujó todo color de hormiga, y terminé arruinándolo.

—¿Qué opina usted, señorita Kim? —preguntó uno de los socios—. ¿Todo bien?

Miré a mi abuela, la cual se encontraba a mi lado, y probablemente ella esté esperando una respuesta de mi parte. Una respuesta que no saldría de mí.

—Si me permiten, me retiro. No escuché nada de la reunión, me encuentro indispuesta —me coloqué de pie, y salí de aquel lugar.

Ganándome una mirada desaprobada por parte de las personas que se encontraban ahí, pero importándome muy poco o menos, me dirigí a mi oficina. Con las animos por el suelo, y las manos sudadas, con la tentación de llamar a Lisa, y decirle que habláramos.

Lo unico que faltaba en mí era la valentía. Cosa que en estos momentos no sentía.

Escuché la puerta de mi oficina abrirse, a este punto ya sé perfectamente quien es por el eco de sus tacones. No me preocupé en abrir mis ojos, me incline hacia atrás y suspiré, esperando el regaño por su parte.

—¿Por qué no la buscas y listo? —preguntó la voz de mi abuela.

Fruncí el ceño y abrí los ojos, —¿Qué dijiste?

—No haces bien tus trabajos, las cuentas mal sacadas, estás lenta en las reuniones —tomó aire, como si las palabras de decir fueran una estaca para su pecho—, si la amaras, la buscarías. Y si le haces caso a mis reclamos, pues no la amas lo suficiente.

Si esto es un sueño, procederé a lanzarme del puente más cercano.

—No... no comprendo, ¿por qué me dices todo esto? —abrí los brazos—. Se supone que tú me pedías...

—Me equivoqué —aceptó a regañadientes—. Me equivoqué y el hombre para ti no es Jiho. La persona para ti es Lisa.

—¿Qué te ocurre?, no entiendo nada, de la nada me vienes con esto...

The River. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora