2. You And Me.

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Mucho trabajo

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Mucho trabajo.

Y mucho estrés.

Mi día se definía en esas dos cosas. Y estaba tan cansada, que no quería ni hacer el más mínimo intento para pararme de mi silla. Quería quedarme en mi departamento, ver pasar las horas o mejor aun, sentir como pasaban.

Sólo eso deseaba.

Pero el trabajo no se haría solo; y por más dinero que tenga en mi cuenta, para vivir jamás es lo verdaderamente suficiente. Me senté en mi cama, y suspiré, mirando en dirección a la puerta.

Inflé mis mejillas, me coloqué de pie y a paso lento y vago, caminé hasta mi baño. Para detenerme frente al lavamanos doble, y mirarme en aquel espejo, el cual tenía luces en sus esquinas. Remojé mis labios, y analicé las enormes ojeras que mantenía, las cuales parecían bolsas debajo de mis ojos.

Era irrtante.

Y más irritante era, tener que ocultar lo desagradable que me sentía ante tener que volver a la empresa de las cuales mis padres eran dueños. Y ahora soy yo la que tengo esa responsabilidad. Se los prometí.

Les prometí que lo haría bien, y que cumpliría su voluntad.

Y así será.

Aunque sea lo último que haga.

Coloqué pasta en mi cepillo y lo adentré a mi boca, con pereza me cepillé los dientes y luego me metí a la ducha. Para dejar que el agua caliente, moje todo mi cuerpo y asimismo, mi cabello. Una ducha me relajaba en todos los sentidos.

Los músculos que se encontraban antes tensos, ahora sin duda, están más sueltos y me sentía mucho más aliviada. Ayer fue un día pesado, le pedí a Rosé y a Momo, que seleccionaran a los pasantes, porque yo no lo haría. No era que sentía mucho interés, incluso, mi idea era rechazarlos, pero después de todo. Nunca se le puede negar la oportunidad a alguien.

Además de ser una de las pocas empresas que pagarán la pasantía. Cuando la ducha terminó, me coloqué mi bata de baño y avancé hasta mi closet, encerrándome ahí para pode elegir una ropa apropiada. De todas las que tengo, sólo una sudadera la cual es Amarillo, es la única de color.

Luego todas son blanco o negro, ligado con el gris. Supongo que, desde la muerte de mis padres. No siento la necesidad de usar algo colorido. Ni mucho menos de fingir una sonrisa.

Escogí un vestido corto, apretado arriba y suelto abajo, con unos tacones negros de punta. Me senté en mi tocador, y arreglé mi pelo el cual decidí dejar húmedo, y así se secara al aire. Un poco de maquillaje y un pinta labios rojo. Era mi solución para no lucir tan acabada. Que a mis veintiocho años, jamás pensé lucir tan muerta en vida.

The River. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora