En cuanto Lisa y yo pisamos la empresa, Jiho se acercó a nosotras. Con ese hecho, fue suficiente para sentir lo tensa que estaba Lisa, y que para nada le agradaba la presencia de Jiho.Y a decir verdad, era mutuo, porque a Jiho tampoco parecía agradarle. Y no hizo ni el esfuerzo de disimularlo.
Sentí el impulso de tomar la mano de Lisa y entrelazarla junto con la mía, pero sabía todo lo que ocurriría si hacía eso, así que, no hice más que suspirar.
Jiho podía notarse más tranquilo que cuando nos encontró en el elevador. Su ropa estaba limpia, estaba bien peinado y ya no se sentía ese mal olor a alcohol, sino que todo lo contrario.
—Será que puedo hablar con mi prometida —me lanzó una media sonrisa incómoda—. Sin que su secretaria esté presente.
Lisa entrecerró la mirada, –Por supuesto —asintió—. Con permiso.
—Lisa —la llamé— Espera... —la sostuve y llevé conmigo a un lado para que Jiho no escuchara—. ¿Nos veremos luego?
—Jennie...
—Por favor. Te aviso, ¿sí?
Me miró con preocupación, —Está bien. Me tengo que retirar, cuídate.
—Adiós —caminé en dirección a Jiho—. ¿Vamos a mi oficina?
—Tengo cosas que hablar contigo, Jennie. Yo también quiero poner mis reglas en este compromiso —caminó delante de mí.
No me quedó de otra que seguirlo hasta mi oficina, y cerrar la puerta detrás de mí.
Jiho no tenía el mejor semblante, no estaba a gusto con muchas cosas. Pero así como le dije que no me importaba y que el matrimonio no sería más que una falsa para hacer feliz a mis abuelos y a mis padres los cuales están en una tumba, le seguiré diciendo que no iremos a más, jamás.
Porque al estar con Jiho, no sentía todo lo que tenía que sentir. Aferrarse a algo que jamás será es inútil. Y eso es lo que él desea, aferrarse a que algún día yo podré amarlo. Cuando no es así, no siento aprecio hacia su persona.
Sí, al inicio era un caballero, y me hacía sentir cómoda, pero eso fue disminuyendo.
Y ahora no estoy tan segura de que quiero seguir así, ni siquiera estoy segura de querer seguir llevando este anillo en el dedo.
—Así como tú tienes tus reglas, yo quiero las mías —alegó—. No permitiré que mi futura esposa, vaya de roces con su propia secretaria.
Fruncí el ceño, —No sé de que hablas.
—Toda la maldita empresa te vio salir con ella, Jennie. ¿Y tienes el descaro de decirme eso? —bufó—. Tú eres una hipócrita.
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The River. (Jenlisa)
RomanceUna empresaria la cual tiene la obligación de casarse con un hombre, el cual sus padres escogieron para ella. Jennie Kim tiene que cumplir con la obligación que le impusieron sus padres antes de morir, así funcionaba; ella lo prometió y quería cumpl...