21. First Movie.

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—Así como me hiciste tú a mí, no puedes abrir los ojos hasta que yo te lo pida —con cuidado, llevé a Lisa, no sin antes mirar por donde caminábamos—

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—Así como me hiciste tú a mí, no puedes abrir los ojos hasta que yo te lo pida —con cuidado, llevé a Lisa, no sin antes mirar por donde caminábamos—. No hagas trampa.

—Ya, Kim —se rió—. No haré trampa. Lo prometo.

—¿Y si Lisa lo promete?

—Lisa lo cumple —finalizó—. ¿Seguimos?

La conduje hasta la sala que alquilé solo para nosotras. Y cuando estuve en la puerta, nos detuvimos.

—¿Listo? —inquirió–. ¿Puedo abrir los ojos?

—Ya puedes abrir los ojos.

El rostro se Lisa cambió por completo, al ver la sala completamente vacía y flores decorando su piso. Alguna que otra luz encendida, y el lugar en total silencio. Siguió hacia dentro, y miró a los lados.

—¿Por qué no hay nadie? —frunció el ceño.

—Digamos que... ¿sorpresa? —agité las manos.

—Estás loca, Jennie Kim —corrió a abrazarme.

—Un poco —me aferré a ella—. Hueles muy rico —enterré mi cara en su cuello—. Demasiado rico.

Todo lo que pasó por mi cuerpo en el momento de abrazar a Lisa, no tiene una explicación humana que la pueda exponer. Simplemente, me sentía única.

Nada de presiones, nada de asco, nada que me haga repudiar su contacto físico. Simplemente, cariño, paciencia y afectividad. Eso sentía departe de Lisa.

La comodidad que me brindaba, y como sus manos se posaban en la parte baja de mi espalda, y daba un pequeño apretón ahí. Como no sólo abrazaba mi cuerpo sino que también a mis emociones, y a todo lo que tuviese espacio en mi cuerpo.

Era similar a viajar en una nube, en la cual antes no había tenido la valentía de subir, o que quizás, nadie me había mostrado. Y ahora que estoy arriba, ya no quiero bajar. Y cada vez me gusta más.

No sé que tan peligroso sea, pero deseo que no termine nunca. Que el viaje sea eterno.

Lisa se separó y quedó a centímetros de mi rostro. Con una disimulada sonrisa y nuestras narices rozándose.

—Gracias, Jennie —susurró sobre mis labios pero sin besarme. Tan cerca de mí, me empujé levemente hacia adelante para alcanzarlos pero Lisa en ese momento se alejó—. ¿Nos sentamos?

Pasé saliva y asentí con titubeos.

—Por supuesto.

De reojo percibí esa pequeña sonrisa traviesa. Lisa se dejó caer en uno de aquellos cómodos asientos. Y no pasó rato para que nos trajeras las palomitas y refrescos. Lisa se recostó del asiento, y con cuidado, hizo que mi cabeza reposara en su hombro.

The River. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora