15. Song For Love.

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—¡Joder! —maldijo Jiho, entrando a mi oficina—

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—¡Joder! —maldijo Jiho, entrando a mi oficina—. ¿Se puede saber que carajos ocurrió anoche?, ¡fui el puto hazmerreír de todos porque mi futura esposa se fue de la mano con una mujer!

Alcé la mirada, despegándola de mi computadora. y me crucé de brazos sobre mi escritorio con mucha calma. Sin necesidad de exaltarme.

—Primero que nada, me le bajas a tu tono de voz —alegué—. Y no veo nada de malo. Lisa es mi secretaria.

—Una secretaria que hasta ahora no ha aparecido.

—¿Quién te dijo que no? —regresé la mirada a mi computadora.

—Con permiso, Señorita Kim. Aquí le dejo su café —Lisa colocó el café sobre mi escritorio.

Sonreí, —Muchas gracias, Lisa. Te puedes retirar.

—Con su... —miró de reojo a Jiho—. Me retiro.

Cuando estuve a solas con Jiho otra vez, fue una maldición para mí, porque probablemente lo tendría todo el día aquí, con tal de que no salga de la empresa. Me conozco a los tipos como él, puede que al inicio haya sido amable, y muy caballeroso, pero sólo ansía tener un poco de poder sobre mí y mi dinero, para hacer lo que se le da la gana.

—¿De cuando acá se tienen esas confianzas? —inquirió en un tono bastante histérico—. ¡Soy tu jodido prometido, y no lo parece. Me hiciste pasar la vergüenza del puto siglo!

—Estás a tiempo de renunciar —le di un sorbo a mi taza de café—. Puedes estar tranquilo, seguirás trabajando aquí.

—¿Tan poco te importo?

Exacto.

—No es eso, Jiho —dejé la computadora a un lado—. Sólo que estás armando un problema enorme de algo super insignificante, ¿qué tiene que me haya ido con Lisa?

—¿Tú crees que yo soy idiota?

Es exactamente lo que creo.

—Jiho...

—No permitiré que nadie se interponga entre nosotros, Jennie. ¿Me entiendes?, nadie —chocó su mano contra la mesa.

—¡A mi no me tratas como tu puta muñeca, a mi me respetas, Jiho! —grité exasperada—. ¡Soy tu prometida. No tu maldita hija, y no tengo porqué obligarme a mí misma a hacer cosas que no me nacen!

—Pues tendrás que hacerlo, porque si me caso contigo, quiero una esposa. Quiero poder sentirme satisfecho.

Me coloqué de pie, —¡A mi me da igual. Si necesitas vacear tu polla, busca a una jodida mujer por otro lado, pero conmigo no harás lo que se te plazca, ¿me entiendes?!

—Mira, Jennie, no...

—¡No, Jiho, mira tú! —di la vuelta al escritorio. Aquel dio un paso atrás —. Este matriomonio no es porque te amo, y no te deseo, no me produces nada. No me importa si tu ego de macho se siente afectado; por mí parte, tienes todo el derecho de buscar por otros lados. Ya que yo no te daré nada.

The River. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora