—¿Entonces?, ¿no me vas a responder que hacías con esta tipa encerrada?, porque el elevador no se averió, Jennie —espetó—. ¡Y quiero la verdad!
—A ella no le hablas así —Lisa dio un paso al frente—. La respetas.
—Mira, niñita, tú no me vas a venir a dar consejos de como tengo que tratar a la mujer que lleva ese anillo en su dedo, ¿te quedó claro? —Jiho no se quedó atrás, sino que también estaba listo para dar pelea—. Es más, apártate.
No podía permtir que Jiho y Lisa pelearan por esta estupidez. No luego de haber <<o por lo menos creer>>, que avancé con ella.
—Ya. Deténganse —me interpuse—. Luego seguimos hablando, Lisa.
—No te vas a quedar a solas con este animal —bramó—. Mira como está.
Es cierto.
Jiho tenía la camisa sucia y con los primeros dos botones desabotonados. Los ojos inyectados de sangre, y uno que otro golpe en el rostro. Y ese horripilante olor alcohol, llegando hasta mis fosas nasales. Sin duda alguna, había pasado la noche en uno de sus casinos de mala muerte.
—Como yo me vea no es tu problema, secretaria de quinta —escupió.
Me giré hacia Jiho.
—¡Bájale a tus putos insultos, Jiho! —grité—. No más. No le vuelves a hablar de esa manera, ¿me entiendes?, sino, el que se va será otro —me planté. Estaba furiosa.
Y pronto le reclamaría el llegar así a la empresa.
—Jennie, yo me puedo quedar contigo —se ofreció Lisa, utilizando ese tono melifluo—. Permíteme quedarme contigo.
—Lárgate de aquí —discutió Jiho.
Lo ignoré.
—Lisa, es mejor que te retires. Te llamaré, ¿sí?
—Está bien. Recuerda... —le echó un vistazo a Jiho—, cualquier cosa me llamas.
—Lo haré. Adiós.
—Adiós —cruzó por el lado de Jiho—. No te atrevas a hacerle daño.
Cuando estuvimos por fin a solas, le dije que se callara. Antes de llegar a mi oficina, y cuando lo hicimos, cerré detrás de nosotros. Y dejé que él hablara primero.
No dije nada, ni mucho menos pensaba hacerlo; porque no le pediré explicaciones de algo que no me puede importar menos. Pero me gustaría saber cuantas mentiras es capaz de crear en menos de un minuto.
—Sé lo que estás pensando de mí. Pero Jennie, sólo me quedé un corto tiempo ahí. Necesitaba distraerme –excusó. Asentí—. Tienes que creerme.
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The River. (Jenlisa)
RomanceUna empresaria la cual tiene la obligación de casarse con un hombre, el cual sus padres escogieron para ella. Jennie Kim tiene que cumplir con la obligación que le impusieron sus padres antes de morir, así funcionaba; ella lo prometió y quería cumpl...