Capítulo 20 | El sueño de Artemis City

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A pesar de que todavía faltaban dos días para el viaje, Adam se dispuso a preparar el equipaje en su habitación. Nadie le había dicho cuánto tiempo estaría en la ciudad, así que eligió una de las valijas más grandes y empezó a guardar todo lo esencial: ropa interior, camisetas, sus jeans azules, unos pijamas de estrellas; y claro, también su traje de héroe, que no podía faltar nunca.

Levantó la vista hacia su pared repleta de pósteres, donde también se encontraba aquella hoja de papel que había recibido hacía un mes. Una pregunta que todavía no se había molestado en responder.

«¿Qué es un héroe?»

No lo pensó dos veces y arrancó la hoja de la pared, guardándola en el fondo de su equipaje. «Cuando vuelva de derrotar a Vortex», se dijo a sí mismo, «todo el mundo verá lo que realmente es un héroe».

Las cosas habían cambiado mucho en la casa Basset, desde el día anterior. Su padre, siempre tan animado, ahora se mostraba reservado, como perdido en sus propios pensamientos; de vez en cuando parecía querer decirle algo, pero al último segundo se arrepentía y mantenía el silencio.

Era bastante obvio que su madre tampoco estaba muy feliz de verlo marcharse, por la forma en que lo abrazaba cada vez que tenía oportunidad, pero aun así lo ayudaba en todo lo que fuera posible: desde armar el equipaje, hasta aumentar sus horas de entrenamiento; lo necesario para llegar preparado a Artemis City.

Cuando se encontró sosteniendo su mazo de cartas Superboom, pensó en otras dos personas a las que extrañaría: Eric y Terry. Según el contrato que había firmado, lo único que sabrían en su instituto sobre su viaje era que se iría a un internado en otro estado, donde recibiría las tareas necesarias para compensar su ausencia. Por lo que, en teoría, no debería preocuparse de que los primos sospecharan.

Y entonces, ¿por qué no podía evitar sentirse culpable?

Adam guardó el equipaje a medio armar bajo su cama y salió de casa en su bicicleta: le había prometido a los primos que iría a una de sus grabaciones; antes de irse por un largo tiempo, estaba dispuesto a cumplir con su promesa.

—Llegas justo a tiempo —lo recibió Eric, saliendo de la casa junto con su prima: ambos traían unas enormes mochilas donde, imaginó, cargaban todo tipo de herramientas para el rodaje—. No tienes idea de la suerte que tuvimos: encontramos un lugar nuevo para filmar, no muy lejos de aquí, con las condiciones perfectas para nuestra nueva película. Te va a fascinar cuando lo veas...

Adam les siguió el paso con sus bicicletas hasta adentrarse en el bosque que limitaba con la ciudad; aunque era de día, los rayos del sol apenas podían atravesar las frondosas copas sobre sus cabezas. Y cuando los árboles se hicieron demasiados, decidieron proseguir a pie.

Durante el camino, no podía evitar sentirse nervioso: una parte suya, bien en su interior, le gritaba que debía decirles la verdad a sus amigos; sin embargo, otra voz le decía que no era prudente, que le había prometido a sus padres mantener su identidad en secreto.

Pero entonces, ¿qué podía hacer?

—¿Se enteraron de lo que pasó ayer? —comentó Eric—. Tal parece que el idiota de Matt y sus amigos estaban en el mercado cuando unos tipos entraron a robar; ya saben, los enmascarados esos. Frost-fire apareció para detenerlos, obviamente, pero no van a creer esto: Matt consiguió su maldito autógrafo.

—Hay gente afortunada en esta vida —suspiró Terry—: nosotros lo intentamos por semanas, y él lo consigue a la primera.

Adam estuvo a punto de decir algo, pero las palabras se le quedaron en la boca cuando finalmente llegaron a su destino.

Adam Basset: el ascenso de un héroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora