Cuando se produjo el ataque en la capital de Heyworth, Adam estaba durmiendo plácidamente sobre su cama. El día anterior había sido tan largo como agotador, así que lo único que quería era un momento para relajarse y descansar. No era una petición muy exigente. El sol ni siquiera había empezado a salir cuando Winnie se abrió paso hasta su habitación, casi tirando la puerta abajo de una patada.
—¡Adam, sala de estar, de inmediato! —exclamó, entre bocanadas de aire, como si hubiese corrido una maratón—. ¡Es una emergencia!
El chico balbuceó unas palabras en sueños que parecieron significar «voy para allá», porque la asistente desapareció de la puerta tan rápido como había aparecido. Maldiciendo su existencia, se levantó de la cama y salió por el pasillo aún en pijamas. Bajando por las escaleras oyó varias voces que venían de la sala de estar: aunque no pudo entender lo que decían, sonaban preocupadas.
¿Acaso también oía un televisor?
Se asomó por el arco de entrada y no solo se encontró a la señorita Rosewood sentada en el sofá junto a su asistente, sino que también estaban Penn y el general Peterson. Todos veían el canal de noticias con un rostro afligido.
—Adam, querido —dijo la líder al verlo—, ¿ya te enteraste de las noticias?
Estuvo a punto de preguntar qué ocurría, pero no hizo falta, le bastó con voltearse hacia el televisor.
Jamás había visitado Lysander City, pero había visto suficientes fotos como para reconocer su famoso obelisco: una construcción de piedra blanca tan alta como un edificio, y que ahora estaba partido por la mitad. La parte superior yacía en el suelo, mientras que la otra mitad, la que seguía en pie, tenía la marca del remolino radial en un costado.
Las piernas le temblaron y se obligó a sentarse en el sofá.
—Creemos que su próximo objetivo será el líder Ellis —declaró Peterson a su derecha—, y por cómo está escalando la situación, temo que suceda pronto. Estamos muy cerca de dar con él, solo tenemos que atacar primero.
—Tienes que ir a la ciudad de inmediato —completó Artemis, como si fuera un plan que ya habían discutido antes. Lo más probable es que así haya sido—, investigar la situación y llevar a este villano ante la justicia.
—¿Pero qué ocurrirá con usted? —contrapuso Adam—. Es decir, ¿y si esto es solo una pista falsa para dejarla desprotegida y pueda volver a atacar la ciudad?
El general negó con la cabeza, sonriendo. También lo habían discutido.
—Mis fuentes me dicen que vieron a Vortex durante el atentado: mismo traje, misma máscara, mismos poderes. Puede que el maldito sea rápido de pies, pero ni siquiera él podría llegar hasta aquí tan rápido. Además, la líder contará con la mejor de las seguridades aquí en el palacio, día y noche. Créeme, no entrará ni una mosca sin nuestro permiso.
Adam hizo una mueca, pero no dijo nada.
—El señor Peterson tiene razón, estaré bien —concordó Artemis—. Además, la ciudad necesitará de toda su ayuda; la llegada de un superhéroe siempre levanta el ánimo de la gente, lo creas o no.
—El tren partirá en breve —informó Penn, sumándose a la conversación—. Yo iré contigo, obvio, además del general Peterson. Pero hay un problema: pronostican una tormenta muy grande en la ruta transoceánica, así que me temo que no podremos hacer un viaje directo a la ciudad.
—Haremos una escala en Reeves City —agregó Peterson—, pasaremos la noche y continuaremos hacia la capital por la mañana. Si tenemos suerte, llegaremos antes de que Vortex decida a atacar, así podremos...
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Adam Basset: el ascenso de un héroe
Science FictionLibro Uno de la saga Adam Basset. El mundo perdió a sus héroes. Más de diez años han pasado desde su desaparición. Cuando las fuerzas del mal regresan de entre las sombras para destruirlo todo, ¿quién será capaz de salvar el día una vez más? ...