Dolor

26 1 0
                                    

—¿En serio no ha mejorado? Incluso bebiste sangre humana

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿En serio no ha mejorado? Incluso bebiste sangre humana. 

Elizabeth llevaba varios días con fuertes jaquecas cada que intentaba usar de cualquiera de sus habilidades, incluso aquellas que no controlaba como oír más de su alrededor. 

Cazar se había vuelto imposible con el paso de los días y había sido obligada beber sangre humana que había funcionado un par de días atrás, pero que ahora no le hacía el más mínimo efecto, cosa que comenzaba a preocupar a todos. 

—Llevo así dos semanas, no se que sucede, ni siquiera me siento mal, sólo agotada. 

Emmett sonrió quitando el cabello de Elizabeth del frente, ella abrazaba su almohada pues se había encerrado en su habitación desde la noche anterior cuando la jaqueca volvió a atacar. 

—Parece ser que la inmortalidad no tiene el mismo efecto en lo mental, supongo que todo lo que hemos pasado al fin comienza a pasarte factura, estar bajo tanto estrés no te ha ayudado mucho. 

Elizabeth suspiró añadiendo una nueva vuelta a la cueva de mantas que ya la rodeaba Emmett sonrió mientras se acostaba a su espalda dando suaves caricias en su cabello.

—Aún me atormenta, su última mirada, tenía tanto rencor y odio hacía él que no me importó caer en las manipulaciones de Aro. 

La mujer sacó sus manos de las mantas para verlas, a pesar de que ellos no tenían sangre ella sentía sus manos pesadas y sucias, se las había lavado hasta le cansancio en más de una ocasión desde que regresaron y Emmett era él único en saber porqué no podía dejar de usar sus viejos guantes de encaje todos lo días. 

—Él fue quien firmó su propio destino mi amor, no fue tu culpa, es normal que sintieras todo eso, pero ya ha pasado y nadie te culpa por ello.

Por milésima vez la vampira suspiró, sabía que no era su culpa, su esposo se lo había repetido mil veces, pero no podía olvidar lo que veía en sus ojos, por un misero instante podía ver a aquel humano con miedo de lo que pasaría, en lugar del vampiro mentiroso y manipulador en el que se había convertido por culpa de una ilusión.

El vampiro comenzó a dejar besos lentos por el rostro de su esposa, intentando que se relajara, aunque claramente tenía otras intenciones, pronto sus besos comenzaron a bajar hacía su cuello al igual que sus manos ahora se encontraban jugando con la tela de la franela de la fémina quien se limitó a reír. 

—¿Qué crees que haces? 

—Ayudando con el estrés. 

Pudieron haber continuado pero la puerta siendo azotada por fuerza por Erick y Cerbero matando el momento que ambos estaban teniendo, haciendo que la vampira sintiera que su cabeza estaba doliendo como si la estuvieran taladrando desde dentro, Emmett les lanzó una de las almohadas que tenía su esposa alrededor haciendo que Erick se redujera en su lugar.

Para Siempre [Emmett Cullen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora