¿Una nueva vida?

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Sentí unas manos frías tomar mi espalda, pero supuse que sería gracias a la elevada fiebre que cubría mi cuerpo, junto con que realmente no escuchaba nada y sentía que mi cabeza explotaría pronto gracias a la tos que hacía escocer mi garganta, int...

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Sentí unas manos frías tomar mi espalda, pero supuse que sería gracias a la elevada fiebre que cubría mi cuerpo, junto con que realmente no escuchaba nada y sentía que mi cabeza explotaría pronto gracias a la tos que hacía escocer mi garganta, intentaba abrir los ojos para mantener mi vida encadenada a mi cuerpo pero cada minuto era más difícil.

De pronto sentí que alguien ponía mi peso en sus brazos y me llevaba al exterior donde el aire mordía mi piel, era frío y había mucho viento pero algunos minutos después se volvió cálido y cómodo, de la nada un colchón sumamente suave se amoldó a mi cuerpo, pero estaba demasiado cansada como para protestar o preguntar qué estaba pasando, escuché una voz tranquilizándome y luego una toalla fría pasar por mi frente, sonreí con debilidad por lo reconfortante que se sentía el estar en un lugar tan acogedor, sentí como mi falda se levantaba unos centímetros y me asusté, pensé que podrían inyectarme algo por algunos segundos, pero recordé que nadie más que el doctor Valencio tenía esperanzas de que sobreviviera la noche, sentí una pesada respiración chocar con mi piel e intenté apartarme pero lo único que logré fue un quejido muy apagado saliendo con debilidad de mi boca, y de la nada, sin esperar la gigante y arrolladora ola dolor.

Ardiente y profundo dolor, como si me estuvieran quemando por dentro vena por vena, nuevamente en mi muñeca y mi cuello, mi garganta olvidó que estaba ardiendo por la tos y mis pulmones olvidaron los fluidos que llevaban dentro y dejaron salir todo lo que les molestaba para dejar mi voz salir en un desesperado grito de ayuda, esto no era Gripe Española, era aún peor de lo que alguna vez había logrado sentir, intentaba implorar por mi muerte pero mis dientes estaban tan apretados que nada de lo que dijera saldría por mis labios de manera entendible, me aferré a la cama en la que estaba con tanta fuerza que es probable que mis dedos se romperían entre ellos por la fuerza con la que estaba tomando las sábanas, el dolor era insoportable y no había manera de que acabará, podía sentir como el fuego que habían puesto en mis venas recorría cada centímetro en mi interior quemando todo muy lenta y tortuosamente hasta que acabara con mi vida.

Jared veía todo con atención pidiendo perdón a la mujer en su cama por lo que él le ocasionaba, él quería una acompañante pero encontró una hija, las personas de la casa escuchaban a su nueva hermana convertirse y agonizar, recordaban el dolor que habían sentido cuando ellos pasaron por lo mismo y sabían que jamás abrían sentido un dolor igual, pero sabían que le esperaba el peor dolor de todos, cuando viera a su familia llorar sobre una tumba vacía con su nombre y luego verlos morir frente a sus ojos sin poder hacer nada, pues ninguno de ellos había tenido la fuerza suficiente para darles la inmortalidad antes de que sus corazones dejarán de latir.



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Tres días agonizando y sólo deseaba morir de una vez por todas, me habían estado limpiando y anestesiando para que estuviera quieta, pero no duraba demasiado pues aunque "durmiera" seguía sintiendo como mi piel se quemaba.

Para Siempre [Emmett Cullen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora