Capítulo 4

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Willow

Desperté con las manos temblorosas y la garganta irritada, seguramente por haber gritado durante la pesadilla.

Me sorprendió no encontrar a mi tía a mi lado, como de costumbre, pero supuse que era porque estaría de guardia en el hospital.

Suspiré y me levanté a beber un poco de agua.

«Al menos es la misma pesadilla de siempre», pensé. Mas valía lo malo conocido que lo bueno por conocer.

Me senté en el sofá y me rodeé con la manta, agobiándome por momentos. Me levanté y comencé a abrir las ventanas, sin poder quedarme quieta.

Miré la hora: las dos de la madrugada, era una hora absolutamente horrible para salir a correr, pero sabía que no podría volver a dormirme, y quizás eso me cansara lo suficiente como para no dejarme otra opción.

Me cambié en apenas cinco minutos y cerré la puerta de mi casa descuidadamente.

Sabía que era la peor idea que había tenido en mucho tiempo, especialmente porque según Scott y los chicos había una manada de alfas suelta, pero nunca me había caracterizado por ser una persona inteligente.

Pasé distraídamente el coche del Sheriff, quien ni siquiera sabía que era mi vecino, y comencé a trotar sin un rumbo fijo.

Aumenté el ritmo cuando sentí un mal presentimiento, y me centré en olvidarme de todo. Cuando me di cuenta había llegado al bosque.

Abrí los ojos con horror. Vale, en el fondo quería ir allí, porque era donde más cerca de mi hermana me sentía, pero hasta yo sabía que eso era extremadamente tonto, y por eso había desechado totalmente la idea.

Y ahora me encontraba en medio del bosque, sin tener ni idea de cómo salir de él y comenzando a oír pisadas.

Miré alrededor, con pánico, y lo único que se me ocurrió fue seguir la parte izquierda de los árboles, igual que en los laberintos.

Corrí unos cuantos minutos, y me permití descansar cuando sentí que las pisadas no se oían. Pero entonces la marca me dolió levemente, y cuando volví a girarme me encontré con dos personas delante de mí.

Chillé y di un paso atrás, a punto de caerme y rodar cuesta abajo, pero sin apenas verlo, una de las personas se acercó a mí y me cogió del brazo para evitar la caída.

Me zafé rápidamente cuando vi de quien se trataba.

—Aiden —mascullé. Luego miré a la segunda persona, que también se había acercado —y Ethan, por supuesto.

No tenía idea de cómo podía parecer tan valiente cuando el miedo y las tristeza bailaban agitadamente en mi interior.

—¿Qué haces aquí? —me gruñó Ethan, de muy malas maneras.

Me encogí levemente, sin poder olvidarme de que si quisiera podría despedazarme en apenas un pestañeo.

—No podía dormir —«por tú culpa».

—¿Y por qué decides salir a correr a las tres de la madrugada? —siseó enfadado.

Callé, pensando que no recordaba que mi mejor amigo diera tanto miedo. Pero eso solo sirvió para que él continuara despotricando.

—Y encima en el bosque. No recordaba que fueras tan tonta.

Miré al suelo, herida. Me jodía que aún me siguiera afectando lo que pensaran sobre mí, pero no podía olvidar aquellos años donde habían sido mi único apoyo.

Aiden le miró sumamente mal y se acercó a mí lentamente. Di un paso atrás y él paró al ver eso.

Suspiró y comenzó a hablar con voz tranquila.

Nightmare's Daydreams {Stiles Stilinski}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora