Capítulo 10

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♪ Adam ♪

Fue muy agradable descubrir el lado más humano de Sky. Estaba acostumbrado a que en la escuela se comportara como una auténtica capulla, una diva total. Pero ella no era así, las apariencias engañaban, lo estaba aprendiendo muy bien. Y me gustaba este lado nuevo de Sky que estaba conociendo. Me divertía mucho con ella.

Resultó que la rubia tenía razón: el café de ahí estaba delicioso, de los mejores que había probado. Me deleité con el ruidito que emitió cuando le aseguré que no había tomado nada mejor. Y Kyle resultó ser un buen tío. Me caía muy bien.

Pasamos lo que quedaba de tarde juntos. Fui consciente de lo bien que se llevaban ese par, de cómo Sky estaba mucho más relajada, de cómo me dejaba ver a su verdadero yo.

Ya en el trayecto de vuelta, solos, nos quedamos un rato en silencio mientras esperábamos a que el autobús llegara a la parada, tan destartalada que no sabía cómo el conductor no se la saltaba. No fue hasta que pasaron unos minutos que no me di cuenta de que Sky estaba tiritando. Me quité la chaqueta sin pensármelo dos veces.

—¿Tienes frío?

Se quedó mirando mi mano extendida con los labios entreabiertos.

—No hace falta. Con las prisas, esta mañana me he dejado la chaqueta en casa. Soy así de lista.

—Insisto. Yo no tengo tanto frío como tú, luciérnaga.

Arqueó las cejas de esa manera que me parecía tan atractiva.

—¿Ya estás otra vez con lo mismo? ¿En serio quieres ir por ahí, hoyuelos?

Levanté las manos al cielo, entre carcajadas.

—Está bien, admito que me lo he ganado, pero en mi defensa diré que te pega.

Arqueó una ceja mientras me lanzaba una mirada fulminante.

—¿Me estás comparando con un bicho?

La miré, divertido.

—Es un insecto que brilla con luz propia, igual que tú. No necesitas que te presenten, que ya lo haces tú sola. Luchas por lo que quieres sin depender de nadie porque eres la propia protagonista de la historia.

—Dirás la no protagonista. No es que sea justo la buena del cuento.

—Eso depende de la perspectiva con la que lo mires.

Sus ojos cayeron sobre los míos, curiosos. Algo en mí se removió cuando sus pupilas me recorrieron el cuerpo entero hasta detenerse unos segundos en mi boca. Tragué saliva.

—¿Ah, sí? ¿Cómo me ves? —me preguntó, curiosa.

Me tomé un tiempo para ordenar todos los pensamientos que se me venían a la cabeza sobre ella. No sé por qué, pero sentí que la respuesta era mucho más importante de lo que a simple vista parecía; lo noté en el temblor ligero de sus manos que intenta controlar retorciéndoselas, en el rubor sutil de sus mejillas, en cómo se balanceaba de una pierna a la otra.

A veces olvidaba que era humana, que bajo el semblante impertérrito había una chica de carne y hueso llena de sentimientos que se reprimía constantemente.

Conecté mi mirada con la suya, un hormigueo cálido recorriéndome por dentro. Quería que lo que iba a decirle le calara bien hondo.

—Sky, Sky, Sky. Bajo esa apariencia de badgirl de libro se esconde alguien muy dulce. Eres tan diferente a lo que me tenías acostumbrado que me descolocas por completo. A veces pienso que tienes dos personalidades: la diva que pasaría por encima de cualquiera con tal de salirse con la suya y la chica llena de ternura que se muere por ayudar a los demás. Eres ambas y, al mismo tiempo, no. Porque cuando estás aquí eres una mujer completamente distinta.

Más de mil razones para odiarte (Más de mil razones I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora