♪ Adam ♪
Sky estaba furiosa.
Nunca antes la había visto tan cabreada. No me habría sorprendido si hubiese soltado espuma por la boca ni fuego por los ojos. ¿Qué narices estaba pasando?
Supe la respuesta casi de inmediato.
—¡¿Cómo que no vienes?! ¡Te necesitamos, Kyle!
Me dejé caer a su lado en el sofá. La camiseta con el nombre del centro de color rojo resaltaba el tono rubio de su pelo, además de que sus curvas se veían claramente. Los vaqueros ceñidos completaban su look de excursionista. Yo iba igual, no os lo creáis. Las camisetas a juego eran una forma de que los críos nos identificaran.
—Entiendo. Sí. Te odio, que lo sepas. Lo has hecho a propósito, ¿cierto? ¿No será esta una de tus trampas...?
Sky se veía tan deliciosa cuando mostraba sus emociones. Con las mejillas sonrosadas, de piernas cruzadas y una postura relajada, parecía una persona distinta a la última vez que la había visto en su casa, hacía unos días atrás.
Sabía que tenía una relación tensa con su padre, pero no pensé que su propio progenitor la fustigara tanto. Era como si nunca estuviera satisfecho con ella. Sky era la chica más alucinante de todas, la mejor de la clase, con una personalidad arrolladora. ¿Cómo Sam no era capaz de verlo, de darse cuenta que Sky solo actuaba así porque estaba cansada de ser la buena? De intentar satisfacerlo.
—¡Te voy a matar, cabrón! —fue lo último que le dijo antes de colgar. Acto seguido, soltó un taco por lo bajo antes de girarse hacia mí—. Kyle no va a venir. Ha dicho algo de que ha tenido una emergencia familiar, pero no me lo trago. Sky Sephard no ha nacido ayer, ¿sabes?
Choqué mi rodilla con la suya.
—¿Por qué crees que no ha venido? —pregunté con curiosidad, inclinado hacia delante.
Se echó los dos mechones que se había dejado sueltos hacia atrás, la cola de la coleta rebotaba con sus movimientos.
—Él siempre ha sabido que entre tú y yo iba a pasar algo. Me lo ha insinuado todos los días desde que te apuntaste. Creo que ha urgido un plan para que tú y yo nos tengamos que quedar a solas.
—Con diez niños.
Sonrió.
—Importante tenerlo en cuenta.
Nos quedamos un par de minutos en silencio, cada uno perdido en el otro. La vi sonreír, feliz. Enredé los dedos en ese par de mechones rebeldes.
—Tienes una sonrisa preciosa.
Sky soltó una carcajada nerviosa. Se pasó la lengua por el labio inferior.
—¿Sabes lo más curioso? Que cuando actúo como la mala me es más fácil encontrar las palabras adecuadas que cuando me dices todas estas cosas tan bonitas. Yo... —Desplazó la mirada, avergonzada—...no estoy acostumbrada.
Le tomé la barbilla entre las manos, maravillado por su cercanía.
—Vas a tener que hacerlo, porque pienso pasarme cada día recordándote lo pillado que estoy por ti.
Su boca se curvó hacia arriba. Me tomó la cara entre sus manos. Volví a sentir ese pequeño lazo que nos unía, cada vez más firme. No sé si ella también se había dado cuenta de ello o solo eran imaginaciones mías.
—Eres el chico más dulce que conozco. Me da miedo que descubras cómo soy de verdad y que te alejes.
—Jamás podría hacerlo, luciérnaga. Eres la mujer perfecta para mí. —Le di un golpecito en la nariz cariñoso—. Un poco gruñona, pero con una personalidad que arrasa con todo.
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Más de mil razones para odiarte (Más de mil razones I)
Teen Fiction¿Alguna vez te has preguntado por qué la antagonista de los libros es tan mala? Todo el mundo conoce a Sky. Rica, guapa y terriblemente malvada. Siempre consigue lo que quiere, cueste lo que cueste, aunque con ello lastime a otras personas. Adam es...