✮ Sky ✮
Todos los preparativos para el Baile de Primavera estaban casi listos. Con el presupuesto cerrado, Kyle y yo pudimos ir a comprar los manteles, platos, vasos y cubiertos reutilizables. Estábamos en un centro comercial. Estuvimos recorriendo las distintas tiendas, cargados cada vez con más bolsas, hasta que, en un momento dado, el escaparate de una tienda me llamó la atención. Y es que en él había un vestido que me pareció ideal para el evento.
Le hice una seña a mi mejor amigo.
—Voy a probarme una cosa. Puedes ir a la cafetería de siempre a esperarme —le dije con un pie ya en el local.
—¿Y perderme un pase de modelos? ¡Ni hablar! —se jactó él.
Con un suspiro, entramos. Era una de esas tiendas económicas que tanto me gustaban. Había ropa de todos los colores colgadas en perchas o expuestas, de todos los materiales imaginables y tamaños. Tras encontrar la prenda que tanto ansiaba, me la probé.
—¿Qué te parece? —le pregunté a Kyle en cuanto hube salido del probador. Hice una pose sexy en broma. Me encantaba esa pieza de tela. Era un vestido que me quedaba unos centímetros por encima de la rodilla, de color blanco perlado. Tenía unos puntitos brillantes que parecían lucecitas en la cintura. Sin poder evitarlo pensé en Adam. Me lo imaginé sonriéndome con esos dos hoyuelos irresistibles provocándome. Luciérnaga, así me llamaba él, y al llevar puesta esa prenda espectacular no pude estar más que de acuerdo con él.
Kyle silbó.
—Estás preciosa, Sky.
Me mordí el labio.
—¿Crees que es adecuado?
Una sonrisa diablilla curvó sus labios.
—Si lo que quieres es que cierto chico se quede sin palabras, ¡enhorabuena!, lo vas a conseguir. A hoyuelos se le va a caer la baba nada más verte. Te hace los pechos más grandes.
—¡Kyle, eres un pervertido!
Alzó las manos al aire.
—¿Qué? Soy un tío, me fijo en esas cosas. —Me guiñó un ojo—. Como lleves ese vestido, Adam va a tener una erección en medio de la pista de baile. Vas a ser la envidia de la fiesta. Eres un bomboncito andante.
Toqueteé el vuelo de la falda.
—¿Crees que podría combinarlo con los tacones que me regalaste hace dos años por mi cumpleaños?
—¿Esos que eran de brillitos? ¿Con los que casi te pusiste a llorar y me echaste una buena bronca porque costaban muchísimo?
Le di un golpecito en el brazo.
—Esos mismos.
Mi amigo me miró largo y tendido, pensativo. Inclinó la cabeza a un lado, para imaginarse, quizás, el resultado final. Me hizo dar un par de vueltas sobre mí misma hasta que por fin pareció satisfecho. Dio un leve asentimiento de cabeza antes de abrir la boca:
—Creo que te quedarían fantásticos. Vas a ser la reina del baile.
Esbocé una amplia sonrisa. No hizo falta más para convencerme. Minutos después, pagué el vestido y fuimos a la cafetería de siempre. Ya con las consumiciones, me atreví a preguntarle.
—¿A qué venía lo del otro día? ¿Por qué tanto acercamiento y tanto toqueteo innecesario?
Me lanzó una sonrisita de niño bueno. Puse los ojos en blanco. Sí, claro, como si no lo conociera ni nada.
—Digamos que solo quiero ver cómo tu novio reaccionaba.
Me crucé de brazos, enarqué una ceja y arrugué el morro.
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Más de mil razones para odiarte (Más de mil razones I)
Teen Fiction¿Alguna vez te has preguntado por qué la antagonista de los libros es tan mala? Todo el mundo conoce a Sky. Rica, guapa y terriblemente malvada. Siempre consigue lo que quiere, cueste lo que cueste, aunque con ello lastime a otras personas. Adam es...