Capítulo 11

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Sky

Estaba loca por Adam.

Lo supe cuando durante la semana siguiente no pude dejar de pensar en otra cosa que no fuera verlo en el centro, hablar con él o simplemente trabajar en silencio. Habíamos creado una pequeña rutina en la que él me llevaba y me traía e incluso los días que menos trabajo teníamos íbamos a la cafetería de Marlee.

No podía controlar lo que sentía y eso luego se veía reflejado en la torpeza de mis movimientos cuando estábamos juntos, las risitas tímidas o las palabras coquetas que se me escapaban sin querer.

Todos esos sentimientos me explotaron en la cara cuando una tarde había chocado con Adam mientras recogíamos la clase del centro infantil y juvenil en el que éramos voluntarios y se me escapó una risita coqueta.

Todo ello delante de Kyle.

El muy idiota me abordó en cuanto Adam se fue al baño. Con una sonrisita sabelotodo, me acorraló contra la pizarra para que no me escapara.

—¿Vas a contarme qué es lo que te pasa con Adam o voy a tener que averiguarlo yo? Ya sabes que mis métodos no son nada convencionales —me preguntó con determinación mientras se aseguraba de que no nos estuviera escuchando a escondidas.

La pregunta me había pillado desprevenida. Noté las mejillas calientes. Desvié la mirada, porque sus ojos inquisitivos iban a hacer que lo confesara todo.

—No me pasa nada. Solo es un compañero.

—Un compañero al que devoras con los ojos. —Al ver mi cara de sorpresa, añadió con una sonrisa de engreído—. ¿Qué? Nos conocemos desde que somos unos renacuajos. Sé cuándo te gusta un tío. Te encanta Adam.

—¡Eso es mentira! —Sí, quizás hablé más alto de lo que me habría gustado, pero es que me frustraba que tuviera razón.

Kyle soltó una tremenda carcajada.

—Ni tú misma te lo crees, querida. Te encanta hoyuelos, aunque no te juzgo. Es precioso.

—¿Acabas de llamarlo precioso?

Él chasqueó la lengua.

—Puede. —Me lanzó un guiño descarado—. No pongas esa cara avinagrada. Sabes de sobra que tienes vía libre. Si no estuviera tan enamorado de Linn, tendrías una dura competencia.

—Tú jamás podrías competir contra mí. —Me señalé—. Solo mira lo buena que estoy.

Se carcajeó.

—¿En serio nos vamos a pelear por un chico?

Reí con ganas. Me encantaba estar con Kyle, era un hecho. Podría pasarme horas y horas con él, charlando sobre cualquier cosa, paseando o haciendo alguna que otra gamberrada. Por algo éramos mejores amigos.

—Mientras no te metas con él...

—Pero si a ti no te pasaba nada con él, ¿cierto?

Iba a borrarle la sonrisita pícara de la boca de un puñetazo.

Gracias a Dios, no tuve que responder. Bendito fuera Adam y su llegada. Estaba tan contenta de verlo que de no haber tenido un autocontrol tan grande, me habría lanzado sobre él para abrazarle.

—¿Por qué me miráis así?

Sí, nos lo habíamos quedado mirando como idiotas. En fin, la discreción no era una virtud que tuviéramos.

Lo que pasó a continuación me dejó petrificada. Kyle me tomó por las caderas y me atrajo hacia sí en un gesto demasiado cariñoso. Me apartó un mechón del rostro con ternura.

Más de mil razones para odiarte (Más de mil razones I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora