Capítulo 19

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Sky

—¿Le has dicho ya a tu padre lo de la excursión? —me preguntó Kyle una mañana de sábado. Habíamos planificado una salida desde el jueves hasta el domingo con los críos de nuestro grupo, una pequeña excursión para que se divirtieran. Eran las vacaciones de primavera y ninguno teníamos que ir a clase en toda la semana.

Me llevé las manos a la cabeza y emití un pequeño suspiro.

—Mi padre cree que voy a quedarme en casa de una amiga. Ya sabes que no le he contado nada. Él no lo entendería, nunca lo hace.

Hizo una mueca.

—¿Sigue creyendo que el barrio es un criadero de delincuentes? Parece mentira que viviera en él.

Me metí las manos en los bolsillos. Un escalofrío me recorrió el cuerpo solo de pensar en cómo reaccionaba cuando le decía que había quedado con Kyle. A mi padre nunca le había caído bien mi mejor amigo, nunca había entendido que nos lleváramos tan bien. Sospecho que en parte decidió cambiarme de instituto para que no volviera a verlo sin darse cuenta que me había partido en dos.

Me tragué el nudo que se me había instalado en la boca del estómago y reprimí las lágrimas que luchaban por descender por mis mejillas.

—Ya ves. Cada vez que le digo que he quedado contigo, pone una cara avinagrada y suelta algún que otro comentario fuera de lugar. Se piensa que estamos juntos o algo, pero, ¿sabes?, me da igual. Punto final. No voy a invertir energía innecesaria.

Kyle apoyó su cabeza en la mía. Cerré los ojos, su respiración acompasada envió una ráfaga de alivio por mis venas. Ese era el efecto que él tenía en mí. Me mantenía fuerte, al timón.

Lo escuché suspirar.

—No sabes cuánto te admiro, amiga. Ojalá tuviera una cuarta parte de tu seguridad.

Abrí los ojos de golpe y me separé lo justo para mirarlo. Ya no tenía el aspecto cansado de hacía unas semanas, sus pupilas ya habían recuperado su chispa jovial.

—¿Qué dices? Si soy muy tímida en muchos aspectos.

—Pero en otros no. Me encanta que saques a la chica mala que hay en ti cuando la situación lo requiere. Peleas por lo que crees que es tuyo y luchas contra las injusticias.

Kyle sabía toda la verdad. Le había contado que fingía ser quien no era solo para que los demás no se inmiscuyeran en mi vida. Lo que menos falta me hacía era que empezaran a investigar y descubrieran todo: aquel barrio, mi pasado, el accidente... lo rota que estaba por dentro. No estaba preparada para afrontar la realidad.

Me froté los hombros con los dedos, tensados por la dirección que estaba tomando la conversación.

—Es un papel que debo interpretar.

—Tenías ese lado travieso mucho antes de que te cambiaras de casa. Cuando éramos pequeños, siempre me defendías cada vez que Mike y sus colegas se metían conmigo.

Esbocé una pequeña sonrisa.

—Irónicamente, ahora tú puedes darles una paliza y dejarlos casi inconscientes.

Chasqueó la lengua.

—Cosas de la vida.

Reí. Me acomodé mejor a su lado en el pasto. El cielo estaba encapotado, pero unos pequeños rayos de sol se colaban entre las nubes. La temperatura era propia de un día primaveral. Sus dedos se deslizaron por mis mejillas, un gesto cariñoso que había adoptado desde que era un crío, casi protector.

—¿Cuándo vas a invitar a hoyuelos al baile? Siempre que estáis juntos, se siente la tensión sexual en el aire.

Sentí que enrojecía hasta la raíz. La mirada que le lancé lo decía todo.

Más de mil razones para odiarte (Más de mil razones I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora