Capítulo 32

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♪ Adam ♪

La vuelta a la rutina fue como echarme una jarra de agua bien fría en la cabeza.

Parecía que habían transcurrido años desde la última vez que había caminado por esos pasillos llenos de taquillas y estudiantes adormilados. Habían pasado tantas cosas desde entonces... yo era diferente en muchos aspectos.

Ya no era el mismo Adam.

Estaba terminando de sacar los apuntes de literatura cuando la vi. Llevaba el pelo recogido en una coleta, varios mechones sueltos enmarcando ese rostro precioso que tenía. Llevaba el uniforme perfectamente liso, sin ninguna arruga a la vista. Caminaba perdida en sus pensamientos, la máscara imperturbable ocultaba cada una de sus emociones. Llevaba puestos los auriculares, un libro enorme en las manos.

Pasó por mi lado sin ni siquiera mirarme. No sabía cómo sentirme al respecto. Ayer fue un día magnífico y hoy me aplicaba la ley del hielo. Si se suponía que habíamos aclarado las cosas entre nosotros, entonces ¿por qué actuaba así?

Porque todo ha vuelto a la normalidad.

Todavía me costaba entender por qué no les mostraba a los demás la verdadera Sky. Estaba seguro de que a todos les caería genial. Podría comerse el mundo si se lo propusiera.

Unos minutos antes de entrar a clase, mientras escuchaba a Felicity y a Melany parlotear sin parar sobre su fin de semana de chicas en casa de mi mejor amiga, recibí un mensaje de texto.

«Siento no haberte saludado. Las cosas en casa están muy tensas y no quiero pagarlo contigo. Eres un dulce, Adam.»

Le escribí una respuesta.

«¿Has vuelto a discutir con tu padre?»

«Algo así. Cada vez estoy más cansada de todo esto. Necesito respirar.»

«Respiremos juntos, luciérnaga.»

«Ojalá todo fuera diferente.»

Felicity intentó asomarse para cotillear la conversación, pero fui mucho más rápido y bloqueé la pantalla.

—¿Otra vez hablando con tu chica misteriosa?

Melany alternó la vista entre Lizzie y yo, hasta clavar sus ojos grises en mí. Enarcó una ceja, inquisidora.

—¿Qué chica misteriosa? ¿Qué me he perdido?

—¿No te lo había contado? Adam lleva más de un mes mensajeándose con una chica.

—Y, por tu tono de voz, deduzco que no la conoces.

—Aún —puntualizó mi mejor amiga. El matiz que usó me puso los pelos de punta.

Sinceramente, me sorprendía que aún no hubiese descubierto nada, ni una sola pista. Todos tenemos una amiga que es peor que el FBI y esa era ella.

Entramos en clase y Felicity dejó sus apuntes sobre la mesa. Vio avanzar a su hermanastra hacia el final de la clase, aunque no dijo nada al respecto.

—Mi primera teoría era que estaba pillado por alguien de la asociación esa a la que va por las tardes —comenzó a decir. Me hice el desinteresado, aunque en el fondo me moría por saber qué sospechaba  en realidad—. Todo esto ha empezado desde que está ahí, pero, ¿sabes?, no le pega.

—¿Perdón?

Felicity no me hizo ni caso.

—En fin, ahora creo que se trata de alguien del instituto. Te noto mucho más nervioso que de costumbre. Podría tratarse de una de nuestro curso o de un año inferior o dos. ¡Quién sabe!

Más de mil razones para odiarte (Más de mil razones I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora