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El veredicto no tardó mucho en salir después de las deliberaciones, el juez Min los calló a todos y Jisung fue a sentarse a su mesa junto a Seungmin, cruzando los dedos.

— Encontramos al acusado, Kim Seungmin, culpable de diez cargos de asesinato en primer grado, cinco no intencionados y pertenencia a organización criminal. — El fiscal comenzó a celebrar su victoria, Seungmin y Jisung esperaban pacientemente a escuchar los años que le caerían al chico, el héroe cruzó los dedos de ambas manos, puestas sobre su boca, casi rezando, con los ojos cerrados. — Hemos tenido en cuenta las pruebas aportadas por ambas partes, por lo que hemos concluido que el estado, deberá pagar al acusado, una compensación monetaria de ciento cuarenta y ocho millones de wones, por su negligencia con respecto al señor Kim, pagando el daño físico y psicológico, también hemos tenido en cuenta la edad del acusado, quién aún es menor de edad, por lo que este juzgado lo sentencia a quince años en un centro de rehabilitación de menores y cinco años de libertad condicional, con posibilidad de revisión del caso, y posibilidad de reducción de condena si accede a asistir a terapia de reinserción, se le ofrecerá además, ayuda psicológica durante su estancia en el centro. — Jisung saltó de alegría y abrazó a Seungmin mientras este todavía trataba de procesar lo que el juez había dicho, de fondo se escuchaban las quejas de la oficina del fiscal y los gritos de emoción de Minho y Jeongin.

— Señoría — Dijo Seungmin de repente, haciendo callar a todos de nuevo — ¿Podré recibir visitas?

— ¿Hay gente de la que quieras recibir visitas chico?

— Si señoría

— No veo como el cariño de quienes quieres pueda ser algo malo en tu camino de vuelta a ser un ciudadano normal, mientras sea bajo las normas del centro, puedes recibir todas las visitas que quieras — Eso era todo lo que Seungmin necesitaba escuchar, susurró un agradecimiento hacia el juez, y vio su sonrisa comprensiva en respuesta, Jisung tenía razón, tenían suerte de haberse topado con aquel juez.

El señor Min había visto como dos chicos en aquella sala se volvían locos de felicidad al escuchar la condena del chico, a pesar de que no solía admitirlo, eran cosas como esa las que más disfrutaba en su trabajo.

— He traído tus cosas, el centro me ha dicho que no hay problema con que las tengas aquí, quizás así te sientas más cómodo — Minho le dejó la bolsa al guardia, que revisó que no hubiera nada extraño entre las cosas del chico antes de dárselas.

— ¿Todo bien por casa?

— No sabes lo feliz que está Innie sabiendo que estás bien y que podrá verte siempre que quiera, ya no tengo que pelear con él para que coma, pero recuérdaselo ¿Vale? Ha perdido mucho peso. También estamos terminando con el trabajo que nos encargó papá, y estoy aprendiendo a hacer postres, te traeré galletas algún día de estos, cuando me salgan ricas, prometo que serán las mejores que hayas probado en tu vida. — Minho había encontrado la manera perfecta de contarle como iba el plan sin ser notado, llamando padre al jefe y tapándolo con anécdotas sin nada que ver, también se sentía bien saber que sus amigos lo tenían en cuenta incluso estando encerrado en aquel lugar.

DEAR VILLAIN - MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora