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— Hyung ¿Cuánto nos falta para conseguir todos los ingredientes del jefe?

— Solo uno Innie, muy poco, y técnicamente este último será el más fácil, podemos nosotros solos, se lo debemos a Minnie, además, cuando el caos inunde la ciudad, podremos sacarlo del centro y volveremos a ser un grupo de tres. — Minho debía aquella última parte a Jisung, sin él, hubieran metido a Seungmin en una cárcel convencional, y ni siquiera con el caos que iban a provocar podrían sacarlo de ahí, aunque no dejaría que jamás se enterase, o se sentiría realmente culpable por haberlo defendido.

— Vuelves a tener esa cara — Dijo Jeongin, volviendo a sonreír como de costumbre, sabiendo que podrían salvar a su mejor amigo.

— ¿Qué cara?

— La de pensar en el sobrino de los Han — Minho puso los ojos en blanco, mirando a otra parte, no sabiendo realmente si quería seguir o no esa conversación con Jeongin

— No tengo una cara específica para él

— Tus orejas rojas no dicen lo mismo hyung... — Murmuró Jeongin con una enorme sonrisa burlona que marcaba sus hoyuelos, el mayor no podía enfadarse con él por burlarse de él si su amigo le sonreía así, por muy avergonzado que pudiera estar sintiéndose. — Tus orejas son bastante sinceras.

— Si, lo que tu digas Innie... — Minho negó con la cabeza y se adelantó a caminar, se marchaban a por el último ingrediente para su jefe, sabían por Jisung, que le había dicho a Seungmin, que en su empresa había un día de descanso reglamentario cada mes, ese día los chicos aprovecharían a asaltar una antigua planta química semi abandonada.

Minho se sentía realmente confiado, no tendrían encima a Stray Kids, y eso significaría vía libre para entrar, tomar lo que necesitaban y salir, sin peleas, sin heridos, sin daños colaterales, era un final bastante tranquilo para el plan de su jefe, y él lo prefería así.

— Innie, tratemos de no tocar nada innecesario, este sitio podría caerse en cualquier momento, hay que terminar cuanto antes. — Dijo entrando primero, seguido de cerca por Jeongin, quien no quería despegarse de él, se sentía más seguro con el mayor cerca.

— No tan rápido — Los chicos se subieron las máscaras negras al escuchar a alguien a su espalda, no podían arriesgarse aún a que alguien viera sus caras.

Minho tiró del brazo de Jeongin, dándose la vuelta y poniéndolo detrás suyo de nuevo, en guardia, viendo a un grupo de siete héroes de otra empresa diferente.

— ¿Cómo...

— JYP nos pasan sus avisos a nosotros en su día libre, y ya nos avisaron de que el cuervo planeaba algo — Dijo el tipo que parecía el líder, sacando pecho, bastante orgulloso de haberlos pillado desprevenidos.

— Innie... —Susurró Minho hacia atrás — Necesitamos eso hoy mismo, yo los entretengo, tu ve a por ello y sal de aquí. — Jeongin negó con la cabeza, tragándose las lágrimas.

— Son siete hyung... No te voy a dejar atrás.

— Y nosotros somos dos, escúchame niño tonto — Murmuró entre dientes Minho, acercando al chico a él — Sin esto no podremos traer a Minnie de vuelta con nosotros, puedo retenerlos y después escapar cuando tú estés a salvo, ahora vete y no mires atrás, estaré bien, confía en mí. — Empujó al chico hacia atrás y creó una pared de humo grueso entre los héroes y ellos. — ¡Que te vayas!

Jeongin se tragó sus quejas y salió corriendo, buscando lo más rápido posible el almacén de aquel lugar, si terminaba rápido, Minho podría escapar antes también, había visto a esos tipos en la televisión desde que era pequeño, los llamaban los chicos a prueba de balas, y no habían perdido ni una sola pelea en los últimos diez años, cuanto más lo pensaba más se desesperaba, realmente había dejado a Minho solo contra aquellos héroes.

Escuchaba de fondo los ruidos de la pelea, sonaban golpes brutales, explosiones y gritos, el el milagroso caso de que Minho no perdiera la pelea, había una posibilidad bastante alta de que la antigua fábrica no aguantase más y quedase sepultado por las ruinas del lugar.

En el almacén trató de mirar rápidamente, buscaba un frasco de líquido rojo intenso, con un nombre escrito con letras tailandesas, un químico extraño que había sido importado de Bangkok cuando el jefe era joven y había quedado en el olvido en aquel cementerio de químicos. Cuando lo encontró, casi se le saltan las lágrimas de felicidad, tomó tres frascos y salió corriendo, trepando por las vigas del techo, escondiéndose para ayudar a Minho desde lejos.

Su amigo se defendía de los ataques como podía, tenía los brazos en cruz y un pequeño escudo de humo morado que parecía cada vez más débil, siendo golpeado constantemente por sus atacantes, estaba sobreviviendo a duras penas. El traje negro camuflaba bien la sangre, pero la ropa tenía suficientes rasgados como para que desde las vigas del techo, Jeongin pudiera ver que muchos ataques del grupo de héroes habían golpeado a Minho.

Miró fijamente a uno de ellos, el que tenía los brazos llenos de tatuajes y el pelo algo largo, su mente parecía simple de manejar y lo atacó sin pestañear, obligándolo a parar su ataque y salir del lugar, llamando la atención de sus compañeros, que por un momento quitaron su atención de Minho, momento que usó para decirle que estaba fuera de peligro, viéndolo desde allí arriba escapar con una discreta bomba de humo, cubierta por su escudo, Jeongin lo siguió afuera sin ser visto por los héroes.

Se alejó corriendo, buscando a su hyung, no podía haber ido muy lejos tan herido. Lo encontró escondido entre unos matorrales en un pequeño bosquecillo cerca del lugar. Minho se había desmayado, respiraba con dificultad, pero estaba vivo, y él tenía el último ingrediente de la lista de su jefe, habían escapado por los pelos.

Jeongin subió a su amigo a la espalda y maldiciendo no haber entrenado las piernas como se lo había recomendado, se arrastró hasta casa, jurando que jamás volvería a saltarse el día de piernas en lo que le quedaba de vida. Dejó a Minho caer sobre su cama, limpió y curó sus heridas como Seungmin le había enseñado, aún que no recordaba ni la mitad de las cosas.

Estaban a salvo y pronto Seungmin volvería con ellos a casa.

Era todo lo que le importaba ahora.

Era todo lo que le importaba ahora

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DEAR VILLAIN - MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora