Especial 1: Cuervo Negro

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A él no le habían enseñado que el romance estaba entre sus opciones, simplemente había asumido que su rol y propósito en la vida era ser un buen jefe, o la figura paterna que a muchos de sus chicos les había faltado

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A él no le habían enseñado que el romance estaba entre sus opciones, simplemente había asumido que su rol y propósito en la vida era ser un buen jefe, o la figura paterna que a muchos de sus chicos les había faltado.

Cuando su hermano volvió y asesinó a los chicos que él cuidaba y entrenaba, cayó en una etapa muy oscura de su vida. La única razón por la que no decidió seguirlos, fue el chico que había logrado sobrevivir, aún había un niño perdido que lo necesitaba.

Y cuando Minho estuvo a punto de morir al recibir uno de los rayos de su hermano, algo dentro suyo le hizo volver a esa oscuridad que había logrado superar, pensando que quizás Minho nunca tuvo una oportunidad, que su destino era morir a manos de su hermano.

Por eso cuando en el hospital le dijeron que iba a vivir, un poco de su alma volvió a él. El señor Song llegó para devolverle a quien quería como un hijo, supo que le debía la vida a ese doctor.

— ¡Buena suerte jefe! — Gritó Jeongin dándole un par de palmadas en el hombro.

— Jefe — Llamó Minho al hombre con tono tranquilo, tendiéndole su bastón — No vuelva pronto a casa. — El hombre tomó el bastón de sus manos y lo usó para darle un golpe de reproche.

— ¡Mocoso insolente! — Las risas de los tres jóvenes se alejaron de él por el pasillo.

Respiró una última vez antes de salir a la calle. El sol golpeaba con fuerza y aun que se sentía débil, no quería saltarse o posponer su quedada con el doctor Song, se había vuelto una costumbre muy bonita de cada semana que en realidad solía esperar con ansias.

Cada viernes se despertaba con una sensación burbujeante en el pecho, una agradable experiencia que no había sentido en toda su vida, sabía que estaba relacionada con sus salidas con el médico, pero, no sabía identificar exactamente de qué se trataba. Sus chicos habían afirmado conocer ese sentimiento y por sus expresiones supo a lo que se estaban refiriendo, pero no lo tomó en cuenta, eso no entraba en sus planes iniciales de vida.

Con dificultad, logró llegar al lugar acordado, donde ya estaba el señor Song, probablemente lo había hecho esperar.

— Siento la demora Minsoo.

— ¡Dios no! No lo sientas, en realidad estaba preocupado por tu salud, pareces tan débil bajo el sol... — Murmuró el hombre, corriendo a tomarlo del brazo para ayudarle. De nuevo esa sensación burbujeante en su pecho lo hizo sonreír, negó suavemente con la cabeza y entró primero al pequeño local donde solían juntarse, el lugar era oscuro, tenía luz tenue y ventanucos pequeños donde a penas entraba el sol, adoraba ese lugar.

— Siento que he rejuvenecido treinta años. — Mencionó volviendo a guardar su bastón en uno de sus bolsillos y estirando sus músculos, escuchando la risa de su acompañante.

Song Minsoo era su opuesto, eran como el día y la noche, el psíquico era alegre, vivaracho, reía por todo y hablaba por los codos, a Jungjae le gustaba eso de él, podía sentarse horas a escucharlo hablar sobre lo feliz que estaba al ayudar a sus pacientes, o lo agradables que eran los estudiantes que había acogido en esos meses.

DEAR VILLAIN - MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora