Aroma a libro
GIA
Desde que volví a la habitación, no he podido pegar ojo. A la incomodidad del vestido se la sumó la inquietud por la inesperada huida de Ava. Llevo alrededor de dos horas pensando en ello, lo cual sigue siendo tan inútil como al principio, ya que no tengo más explicación que la que me dio RM.
Ruedo sobre mi costado derecho y bufo. A pesar de que estoy cubierta con una manta, he decidido dejarme el vestido, la única prenda de ropa que poseo. Pensé en quitármelo cuando RM me sugirió seguir descansando, pero descarté la idea al segundo, principalmente por mi manía de destaparme mientras duermo. No importa cuán vigilada haya estado toda mi vida, mi Yo pudorosa permanece fuerte. Necesito cubrir mis partes íntimas, más aún en lugares desconocidos.
Pero ¡dios mío, es tan incómodo! Sin duda, el vestido más ajustado que me he puesto alguna vez.
Consciente de que no podré dormir, no si continúo con la ropa puesta, opto por sentarme al borde de la cama. Mis pies descalzos tocan el suelo y, como acto reflejo, alzo las piernas. Puesto que no está alfombrado, el piso se siente frío al tacto. Suelto un suspiro.
Si tuviera mi camisón y mis pantuflas aquí tendría todo lo que necesito. No, miento. Me faltarían mis libros. Y Ava. A horas de habernos reencontrado, ella ha vuelto a desaparecer de mi vida como si nunca hubiera aparecido, salvo que lo hizo y me dejó a cargo de uno de sus ¿amigos?
Tan pronto como RM viene a mi cabeza, rememoro algunas de sus palabras y cómo, un par de veces, llamó a Ava por su nombre coreano.
Él tiene nombre coreano también. ¿Cómo me dijo que es? ¿Nam-yan? ¿Nam-yun?
Todavía sentada al borde de la cama, trato de hacer memoria. Y en eso estoy, con mi ceño frunciéndose cada vez más debido al esfuerzo, cuando un cercano portazo me sobresalta.
¿Fue la puerta principal? ¿Él salió a hacer las compras? ¿Acaso ya amaneció?
Debido a que la habitación no tiene ventanas, me pongo de pie y camino de puntillas hacia la puerta para comprobar por mí misma. Sin embargo, antes de abrirla, miro hacia abajo para asegurarme de que tengo el vestido bien puesto. Hago una mueca. La tela está llena de arrugas en la parte inferior, pero está todo cubierto, y eso es lo que importa.
Más decidida, cojo el picaporte y entreabro lentamente. Tras echar un rápido vistazo a la sala, suelto un suspiro. Excepto por los muebles que vi antes, esta se encuentra vacía.
He quedado sola.
Una repentina sensación de desconfianza viene a mí, haciéndome voltear la cabeza hacia ambos lados para asegurarme de que realmente es así, entonces mi corazón se acelera y siento mi garganta apretarse.
He quedado completamente sola.
Saberme libre hace que, de repente, me encuentre analizando toda la situación. No llegué aquí por mérito propio, sino por intervención de otros. Esta no fue mi decisión. Y yo... yo no sé qué hacer con todo ello.
¿Debo permanecer aquí? ¿O debería salir en busca de Ava? ¿Y si ella necesita mi ayuda en estos momentos? ¿No debería tratar de darle una mano después de todo lo que hizo para llegar a mí?
Echo una rápida mirada hacia la puerta principal, la cual oí cerrarse hace apenas unos minutos, y mi respiración se estanca.
—Trataré de no demorar cuando salga, pero si despiertas y no estoy preferiría que te quedaras aquí dentro hasta que llegue, por tu seguridad.
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ÁMSTERDAM | Namjoon
FanfictionTercer libro de la serie Sangre, sudor y lágrimas. "―Tengo el presentimiento de que me gustará. ¿Por qué no avanzas? ―Porque también tengo un presentimiento. ―¿De qué? ―De que una vez dentro de ti no querré salirme. ―¿Y eso es malo? ―Podría serlo."