—¡Jefa! —exclamo luego de ponerme el arma en la cintura del pantalón—. Es usted —agrego sin poder disimular mi alivio.
—Hola, RM —me saluda de regreso—. ¿Gia está contigo?
En contra de todo pronóstico, mi alivio se multiplica con su pregunta. Hyesoo finalmente está aquí, lo que significa que he cumplido mi tarea: he logrado mantener a Gia a salvo en su ausencia.
—Sí, está en la habitación —respondo con firmeza—. Por seguridad, le indiqué que se quedase allí. No sabía que ustedes vendrían esta noche —acoto mirando a Taehyung, quien permanece a su lado—. Yo... iré a... sí, iré a llamarla ahora.
Volteo, negándome a desperdiciar un segundo más, y me dirijo al dormitorio. Puedo oír que Hyesoo y Taehyung se adentran en la sala mientras yo golpeo la puerta de la habitación donde le indiqué a Gia que se quedara.
—Puedes salir —digo cuando esta no responde. Un segundo después, entreabre un poco la puerta. Luce dudosa—. Tenemos visita —le informo incapaz de ocultar mi sonrisa.
La rapidez con que entiende lo que está sucediendo es alucinante. Antes de que pueda preverlo, la puerta se abre al todo y sus ojos se detienen en la entrada de la sala.
—¡Ava!
Su exclamación, al igual que el inesperado abrazo que le da a mi jefa, me recuerda a la primera vez que se vieron, hace ya una semana. La escena está repitiéndose frente a mis ojos, pero a diferencia de la vez anterior no estoy sorprendido. Hyesoo lo está y la comprendo. Gia es tan espontánea que eclipsa todo lo que mi jefa representa, lo cual es divertido, porque no creí que alguien pudiese arrasar sus murallas más de lo que Taehyung lo ha hecho.
—Sabía que volverías pronto —musita Gia a Hyesoo, todavía envolviéndola entre sus brazos.
Cuando finalmente retrocede y nota la quietud de su hermana mayor, su expresión vacila.
—Oh, lo siento —se disculpa—. No te gustan los abrazos, ¿verdad? Entiendo si no te gustan; a mí tampoco me gustaban cuando era más pequeña. Roman sí era de dar abrazos, y pedirlos, pero yo los detestaba. Igual que detesto el tomate triturado. ¿A ti te gusta?
Podría decir que Gia también es impredecible, porque nunca sé que va a decir en presencia de Hyesoo, pero lo cierto es que esa faceta solo parece consecuencia de sus nervios, de la emoción y de la evidente admiración que siente por su hermana.
Ha dicho casi lo misma cantidad de palabras en tres míseros segundos que en casi toda una semana conmigo. Su verborragia y prisa al hablar es, sin duda, producto de sus encuentros con Hyesoo.
—¡Ay, dios mío! Hay tantas cosas que no sé de ti —continúa animada.
Entonces, inesperadamente, Taehyung dice:
—Sí le gustan.
Quedo descolocado con su intervención, tanto que trato de comprender sus palabras a partir de la expresión de las hermanas Ricci. Ambas tienen las cejas arqueadas en gesto interrogante; son parecidas, nadie puede negarlo.
—Los abrazos —se explica Taehyung—. A Ava le gustan, pero solo necesita un poco más de... confianza. Ya sabes, para darlos y recibirlos —añade.
Claro que sí, pienso comenzando a sonreír. Él lo sabe por experiencia.
—Confianza y amor —digo, sin embargo—. El amor suele cambiar a las personas, ¿no?
—De hecho, no las cambia.
No es que hubiera esperado una corrección, pero de haberlo hecho la habría esperado de Hyesoo o de Taehyung, no de Gia. Esta se relame los labios al ver que estoy mirándola entre sorprendido e intrigado.
ESTÁS LEYENDO
ÁMSTERDAM | Namjoon
FanficTercer libro de la serie Sangre, sudor y lágrimas. "―Tengo el presentimiento de que me gustará. ¿Por qué no avanzas? ―Porque también tengo un presentimiento. ―¿De qué? ―De que una vez dentro de ti no querré salirme. ―¿Y eso es malo? ―Podría serlo."