Capítulo 45 | Primera parte

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Cruda realidad

GIA

Nam se fue hace ya cinco horas. Me avisó cuando llegó a Roma, casi dos horas después de haberse ido, pero no ha escrito nada más desde entonces. Y yo, para evitar pensar en ello, me he limita a leer. O, mejor dicho, he tratado de hacerlo. Si bien pude terminar el cuarto libro de los Bridgerton y después seguí el de Nicol, los nervios no me han abandonado.

Mi estómago sigue hecho un nudo, y no dejo de mirar mi móvil a la espera de un mensaje o una llamada.

Lo único que me ha detenido de escribirle a Nam es la presencia de Nicol. No es que ella me lo haya prohibido o pueda ver lo que hago con mi móvil, pero tenerla enfrente hace que mi ansiedad disminuya.

Ella sigue tejiendo. No ha parado de hacerlo. De hecho, y si no me equivoco, ha destejido algunas partes entre resoplidos antes de volver a tejer. Sinceramente no entiendo por qué lo ha hecho, pero me alivia tenerla aquí.

Hemos hablado muy poco, lo que podría considerarse extraño teniendo en cuenta que habló bastante al principio. Sin embargo, me siento más cómoda así. Sin Nam alrededor, prefiero evitar cualquier tipo de interacción.

Inhalo entrecortado, con la vista puesta en una página del libro entre mis manos, y vuelvo a pensar conscientemente en Nam.

La idea de estar lejos de él me inquieta, pero sé que su alejamiento tiene razón de ser. Además, fue a encontrarse con Roman. Nada malo puede pasarle. A ninguno. Ellos son las personas más asertivas que he conocido en mi vida. Encontrarán la manera de solucionar esto. Sí, ellos lo lograrán.

En mi mente, casi estoy convencida de ello. El problema sigue a la altura de mi vientre. Siento un agudo y ligero apretón, como si estuvieran estrujándome los intestinos.

Resignada, dejo el libro sobre mi regazo y cojo el móvil. Entonces, justo cuando estoy por escribirle a Nam, Seokjin sale de su habitación luego de horas encerrado allí y me pregunta si quiero cenar.

Se dirige a mí específicamente, a pesar de que estoy acompañada por Nicol, pero mi boca se abre y cierra sin emitir sonido. No tengo hambre, en absoluto. Y creo que, por más que quisiera comer, mi garganta se cerraría antes de poder tragar. No obstante, sé que si sigo sentada aquí, solo leyendo, mi ánimo empeorará.

Asiento hacia Seokjin y, puesto que Nicol no hace amague de abandonar su tejido, me apresuro a ponerme de pie.

—Te ayudaré —le ofrezco a él.

Toda mi vida fui atendida. Los Forte siempre tuvieron asistentes de limpieza y cocineras, por lo que yo jamás tuve la oportunidad de colaborar o sentirme útil. Aquí, acompañada por dos personas que no saben nada acerca de mi pasado, puedo ser de ayuda.

Seokjin no se niega a mi ofrecimiento, así que diez minutos después nos hallamos en la cocina, ambos ocupados en tareas distintas pero igual de importantes. Por lo poco que me cuenta mientras cocinamos, no me cabe duda de que es un experto en el tema. Sabe muchísimo de gastronomía, y yo estoy tratando de absorber cada pizca de información que sale de su boca.

Cuando la comida finalmente está lista, Seokjin llama a Nicol. Sin embargo, cuando estamos sentados alrededor de la mesa, noto que ella no tiene plato. En vez de preguntar, porque no quiero sonar entrometida, espero a que ellos hagan mención de ese detalle. No lo hacen.

Nicol se limita a hacernos compañía durante la cena, y como no tiene lana a mano, esta vez sí trata de entablar una conversación. Ella y Seokjin se lanzan algunas pullas como más temprano, pero son sutiles. Finalmente, terminamos hablando de Fiesole. Me intereso en ese pueblo en específico no solo porque mis padres vivieron allí cuando eran jóvenes sino también porque Nam y yo iremos mañana.

ÁMSTERDAM | NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora