Desde que tengo uso de razón, y hasta hace unos días, desperté sin compañía. Siempre tuve la cama para mí sola. Sin embargo, esta mañana es muy diferente a todas las anteriores. Apenas abro los ojos, busco a Nam.
Aunque los vestigios del sueño vuelven borrosos mis primeros pensamientos del día, las sensaciones que recorren mi cuerpo en cuanto miro el lado vacío de la cama son intensas.
Nam ya no está acostado ahí, pero estuvo ahí, y también encima de mí.
Oh, Dios mío.
¿Realmente pasó?
Aún acostada, bajo la vista hacia mi cuerpo y levanto la fina manta que me cubre. Encontrarme con mis pechos desnudos me confirma que, al menos, una parte fue real. Nam me quitó el camisón y el sostén. Él se deshizo de ambas prendas. Y me hubiera quitado la braga si yo no hubiera hablado.
Oh, Dios. ¿Qué hice?
Sintiendo mi rostro caliente, cojo la manta con ambas manos y la subo hasta mi nariz, no solo para cubrir mi desnudez sino también lo avergonzada que estoy.
Si bien disfruté cada segundo de lo que pasó, ¿cómo se supone que miraré a Nam ahora?
Madre mía. Apenas pude mirarlo las veces que desperté con su mano envolviendo mis pechos. Y anoche no solo los envolvió sino que también los acarició, y besó, y chupó, y...
Alzo más la manta, hasta cubrir todo mi rostro, y chillo.
Tan pronto como me oigo a mí misma, me quedo rígida y contengo la respiración.
¿Me habrá oído Nam?
Lo único que me falta, que se preocupe y venga a verme. Diosito. Sigo desnuda.
Inmóvil sobre mi espalda, y dispuesta a hacerme la dormida si llega a entrar al dormitorio, aguzo mi oído. Pero no oigo nada excepto mi respiración, que se vuelve más y más errática conforme pasan los segundos.
No es que mi grito haya sonado fuerte; más bien, fue agudo y bajito, del tipo que dejo escapar cuando me emociono con alguna frase en algún libro, o cuando los protagonistas se besan por primera vez, o cuando confiesan sus sentimientos.
La cuestión es que, ahora, no se trata de ningún libro sino de mí. Mi vida es la que me ha llevado a chillar y a... a apretar mis piernas entre sí, con deseo y anticipación.
Estoy sintiendo lo mismo que anoche, un cosquilleo en la parte baja de mi vientre junto a un calor punzante. Este se encoge y expande cada pocos segundos, como un puño abriéndose y cerrándose, y se hace más intenso cuando pienso en la boca de Nam alrededor de mis pezones.
Como acto reflejo, junto mis piernas con ímpetu, y me doy cuenta de que los dedos de mis pies se han curvado, y de que he apretado fuertemente la manta entre mis manos.
¿Cómo es posible que el solo recuerdo me ponga... así?
No es que no quiera sentir esto, pero ¿y si Nam entrara justo ahora?
Vuelvo a aguzar mi oído, buscando señales que me alerten de su presencia. Al no tenerlas, decido levantarme. Será mejor que esté vestida cuando él entre, si es que decide venir en algún momento. ¿O tendré que salir yo y hacerle frente?
Me envuelvo con la manta y, tras rebuscar en el ropero, me pongo un nuevo conjunto de ropa interior. Como sigo sin oír nada al otro lado de la puerta, me apresuro a ponerme un jean y una camiseta. Recién cuando estoy completamente vestida, me animo a levantar el camisón arrugado que está en el suelo junto al sostén, y lo meto al canasto de la ropa para lavar.
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ÁMSTERDAM | Namjoon
FanficTercer libro de la serie Sangre, sudor y lágrimas. "―Tengo el presentimiento de que me gustará. ¿Por qué no avanzas? ―Porque también tengo un presentimiento. ―¿De qué? ―De que una vez dentro de ti no querré salirme. ―¿Y eso es malo? ―Podría serlo."