Capítulo 17 | Segunda parte

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Es pasada la medianoche. Nam y yo seguimos en la sala, pero ya no abrazados sino sentados en el sofá, revisando los documentos falsos que Chiara me entregó.

Según Nam, debo aprenderme los datos de mi nueva identidad. Para estar preparada por cualquier cosa, me dijo.

La luz tenue de la lámpara crea una atmósfera íntima mientras mis dedos acarician la cédula en mis manos, deslizándose sobre su superficie lisa.

La fotografía en la tarjeta muestra mi rostro, pero bajo un nombre completamente distinto: Isabella Bianchi. Aunque la fecha de nacimiento está alterada, mi edad sigue siendo la misma. Sin embargo, lo que más me sorprende es el cambio de nacionalidad. En esta nueva identidad, soy italiana, nacida en la capital del país.

Un dolor agudo se centra en mi pecho, mezcla de intriga y una extraña conexión con mi pasado.

—¿Crees que Chiara eligió esta identidad al azar o sabía que Ava y yo tenemos raíces italianas? —pregunto en voz baja, buscando respuestas en Nam.

Él se queda pensativo por un momento.

—No lo sé. Yo no tenía idea de que sus padres eran italianos —admite, luego me mira y, mostrando interés, pregunta—: ¿cómo lo sabes tú?

Respiro profundamente, tratando de controlar mis emociones.

—Roman me lo contó hace unos años —confieso—. Después de descubrir que tenía una hermana, le pedí ayuda para investigar más sobre mi verdadera familia. Él logró conseguirme algunos datos. Ellos no eran de Roma, sino que de Fiesole, un pueblito chiquito de la Toscana.

Una sensación de tristeza y nostalgia se apodera de mí, y siento las lágrimas amenazando con salir nuevamente.

Nam deja los documentos sobre la mesita y toma mi mentón, haciendo que nuestros ojos se encuentren.

—Me parece que necesitas otro abrazo —musita.

Él ha sido considerado desde que lo conozco, pero estas últimas dos horas lo ha sido el doble.

—¿Quieres uno más? —me pregunta entonces, en tono bajo.

Asiento con la cabeza, anhelando no solo su cercanía sino también lo que esta trae consigo.

Él envuelve su brazo en mi cintura y me lleva hacia su pecho al mismo tiempo que se echa para atrás en el sofá. Ligeramente inclinados, y ya con mi mejilla izquierda contra la tela de su camiseta, él empieza a acariciar mi cabello otra vez.

Cierro los ojos y me permito disfrutar del momento. Sin embargo, mi cabeza no deja de darle vueltas a todo.

—¿No crees que es irónico que tenga otro nombre italiano y no sepa ni una palabra del idioma? —le pregunto.

Nam interrumpe su caricia por un instante.

—Puedes aprenderlo —dice con una nota de aliento en su voz, volviendo a acariciarme el cabello.

—Me cuesta aprender —musito—. Estuve cinco años escuchando a escondidas las clases de inglés de Roman y apenas sé lo básico. Algunas palabras ni sé pronunciarlas —confieso.

—Bueno, puedes practicar conmigo si quieres.

Su ofrecimiento me toma desprevenida. Separo mi rostro de su pecho y lo miro.

—¿Me... ayudarías?

Él se encoge de hombros.

—¿Por qué no? De paso, también podemos aprender italiano. Siempre me llamó la atención, pero nunca tuve la oportunidad de aprenderlo.

ÁMSTERDAM | NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora