Noches buenas
GIA
Demasiado predecible. Así hubiera descrito mi vida hace dos meses. Mi vida, mi actuar, mis emociones. Daba todo por sentado. Hoy no puedo hacerlo, y aunque creí que eso me alegraría, la verdad es que ahora no me agrada en absoluto.
Anoche quería irme lejos de aquí, huir de todo lo conocido y ahogar mis sentimientos. No dormí pensando en la manera más rápida de lograrlo. Entonces, cuando creí tener la solución, alguien aporreó la puerta de la casa y...
Aquí estoy.
La llegada de Tae y Ava lo ha cambiado todo para mí. Hay muchas cosas que jamás esperé que sucedieran, pero haber salido de compras con Ava es una de las que ni siquiera se me hubiera cruzado por la cabeza. Diría que fue la más impredecible de la lista si no fuera porque, justo en este momento, acaba de ocurrirme otra más.
Nam quiere hacer "público" lo nuestro.
Lo nuestro. Dios. Ni siquiera yo sé que es lo que hay entre nosotros.
Sentado en el sillón de enfrente, él acaba de enviarme un texto para saber qué opino al respecto.
Sin responder, pero con mi corazón completamente descontrolado, bloqueo la pantalla y trato de enfocarme en Tae, en sus palabras, en los detalles del evento al que asistió en París, en cada granito de información que me da. Madre mía. Hubiera pagado por escuchar esto de su boca años atrás. En otro momento, hasta le habría hecho miles de preguntas. Ahora, sin embargo, apenas puedo concentrarme en lo que cuenta.
A los acelerados latidos de mi corazón se le ha sumado una sensación opresora a la altura de mi pecho y unas inmensas ganas de llorar.
Antes de poder procesar lo que me está pasando, me pongo de pie. Mi movimiento es tan abrupto que Tae, todavía sentado a mi lado, se inclina hacia atrás.
Consciente de que también he captado la atención de Nam, pero sin atreverme a mirarlo, me relamo los labios.
—Lo siento. Recordé que debía decirle algo a Ava —digo con prisa—. Iré a... yo... —falta de aire, me pauso para inhalar—. Iré a hablar con ella.
Sé que estoy actuando raro. Sé que debería poder controlar mis acciones. Sé que mi rostro debe estar expresando todo lo que no puedo con palabras. No obstante, en vez de indagar sobre ello, Tae se limita a asentir.
—Perfecto. Mientras tanto, pediré comida —dice en tono casual—. ¿Tienen alguna preferencia? ¿China? ¿Italiana? ¿Tailandesa? —nos consulta, intercalando la mirada entre ambos.
Adormecida, tensa, vulnerable. Para resumir, confundida; así es como me siento.
—Cualquiera está bien para mí —balbuceo.
No miro hacia Nam, pero imagino que debe encogerse de hombros porque Tae dice:
—De acuerdo. Pediré un poco de cada una.
Asiento a duras penas, y antes de que alguno diga algo más volteo y me apresuro a subir las escaleras. Mi intención no es volver con Ava sino alejarme de la sala, pero de pronto la excusa regresa a mi cabeza.
Inhalo hondo cuando llego al pasillo del primer piso y miro hacia la puerta de la habitación donde, minutos atrás, ella y yo nos separamos. Yo entré a dejar las cosas en mi habitación, y ella entró a la que Nam estuvo ocupando hasta anoche. Todavía debe seguir allí.
Paralizada ante la puerta, considero mi próximo movimiento.
Ava no habló mucho durante las horas que pasamos juntas, pero eso no significa que haya sido tiempo perdido. Me gustó recorrer tiendas de ropa con ella y, a pesar de sus pocas palabras, me di cuenta de que cuando habla suele tener razón. No me cabe duda de que debe dar buenos consejos. Y yo, justo ahora, necesito consejos.
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ÁMSTERDAM | Namjoon
Fiksi PenggemarTercer libro de la serie Sangre, sudor y lágrimas. "―Tengo el presentimiento de que me gustará. ¿Por qué no avanzas? ―Porque también tengo un presentimiento. ―¿De qué? ―De que una vez dentro de ti no querré salirme. ―¿Y eso es malo? ―Podría serlo."