Capítulo 32

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Buenas noches

NAMJOON

Zhang Wei no solo es experto en arte, sino también en aprovechar las circunstancias. Y para beneficiarse suele atacar las debilidades de las personas.

Desde el día en que lo conocí hasta hace unos meses, me mantuve tan distante de los vínculos íntimos como pude, porque temí que pudiera usar esTos en mi contra. Mi relación con Hyesoo y Daegu, a pesar de ser constante debido a los secuestros que llevábamos a cabo, jamás fue demasiado cercana. En vez de mi debilidad, siempre los consideré parte de mi fortaleza. Teníamos un grupo de protección. Podría decirse que eran una especie de escudo. Nos protegíamos mutuamente.

A diferencia de hace dos meses, hoy sí tengo una debilidad, y es por ello que he pasado los últimos días encerrado con Gia.

Si ayer hice un viaje repentino a España fue porque tuve la esperanza de que esto me ayudaría a ganar tiempo y seguridad. Lo hizo.

Encontrarme en Barcelona con Yitian logró quitarme muchos miedos. Al menos, en el breve tiempo que estuvimos cara a cara, pude sacarme la mayoría de las dudas que tenía.

A Yitian lo conocí hace seis años, cuando empecé a trabajar para Zhang Wei. A pesar de que apenas nos cruzábamos en aquel entonces, él cumplió un papel crucial en mi liberación. Fue quien intervino para que Minho pudiera rescatarme de las manos de la mafia china.

Por desgracia (o fortuna para mí), Yitian sigue trabajando para Zhang Wei. Y así fue que se enteró de que estaba detras de mí.

Sabe que ahora tienes conexiones con la mafia zendarense y quiere usarlo a su favor. Ya sabes cómo es —fue una de las tantas cosas que me dijo.

Haber viajado a España, solo para tener una charla de veinte minutos con él, fue idea mía. Y es que, a pesar de confiar en Yitian, temí que la conversación telefónica estuviera intervenida. Y tampoco quise darle ninguna pista de mi paradero actual.

Si Zhang Wei sigue en Zendar, incapaz de seguirme el rastro, no seré quien los guie directamente a los Países Bajos.

Solo después de que Yitian me aseguró que haría todo lo posible para despistar a su jefe en mi búsqueda es que fui a El Prat y tomé el primer vuelo a Ámsterdam. En total, demoré siete horas. Suficiente para calmar mis nervios, pero no demasiado para volverme descuidado.

Tomé tres taxis distintos desde el aeropuerto hasta la casa que Tae nos prestó, e incluso me bajé una calle antes, solo para mirar en todas direcciones antes de entrar al lugar donde dejé a Gia.

Encontrarla durmiendo en el sofá tranquilizó una parte de mi corazón que no tenía idea de cuán inquieta había estado desde que partí. Su rostro ligeramente alumbrado por el resplandor del televisor, el cual estaba encendido y con el volumen alto, me dio tanta paz que me la pensé dos veces antes de cogerla en brazos para llevarla a la habitación. No quería despertarla, pero necesitaba tenerla cerca, y solo en la cama podríamos caber los dos.

Ella despertó mientras yo la levantaba, balbuceó unas cuantas palabras entredormida, y volvió a rendirse al sueño.

Y así, con ella entre mis brazos, es que finalmente hallé sosiego. Demoré en dormirme, porque mi mente no paraba de dar vueltas con lo acontecido las últimas horas, pero aproveché cada segundo de insomnio. Admiré cada detalle de su rostro, y hasta delineé su mandíbula con mi dedo, incapaz de creer mi suerte. Porque, sí, que ella se haya convertido en mi debilidad no puede ser otra cosa que jodida suerte.

No importa cuánto me angustie la idea de fallarle, sé que me desesperaría más no tenerla a mi lado.

Fue ese razonamiento el que esta mañana, luego de haber soñado con ella y despertado con su mano sobre mi erección, hizo que terminara por apartarme.

ÁMSTERDAM | NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora