09. Dos en un lugar vacío

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La puerta de la habitación fue abierta y entró Steve envuelto en una toalla blanca de la cintura para abajo y con el pelo mojado.

Eddie alzó la vista de su libro y lo vio de pies a cabeza con una sonrisa asomando en sus labios. Sus miradas se encontraron.

—No me veas.

—No me digas que no te vea cuando entras a mi cuarto luciendo como un maldito Poseidón, todo mojado y musculoso. — reclamó y vio a través del reflejo de su espejo que Steve sonreía mientras se aplicaba desodorante.
— ¿Quieres salir?

—Tengo que dormir temprano, mañana es el partido. — se quitó la toalla, quedando en boxers y se la lanzó a Eddie en la cara, luego tomó unos pantalones de pijama para vestirse — Solo haz la cena, leemos un par de páginas del libro y nos dormimos.

—¿Disculpa? — preguntó Eddie lanzando la toalla de vuelta — ¿Por qué siempre debo cocinar yo?

—Porque es tu casa y soy tu invitado.

—No te invité hoy, solo viniste a meterte aquí y a mojar mi toalla con tu sensual cuerpo mojado. — Steve sonrió y fue a acostarse junto a él — Además fui dos veces a tu casa esta semana y ni una vez cocinaste.

—El sábado en el cine te compré lo que quisiste y ayer pedí comida a domicilio. Pedí burritos... ¡y te encantaron!

—¡¿Yo me mato cocinando para que tú solo compres unos burritos?!

Steve se echó a reír y tiró de los hombros de Eddie para atraerlo y apretarlo entre sus brazos.
—Que dramático.

—Cierra la boca. — murmuró Eddie con los labios apretados contra la piel del otro.

Se quedaron un momento así, y luego Eddie acarició el abdomen de Steve y depositó un pequeño beso en su cuello. Steve se puso tenso y aflojó los brazos.

—Eddie...

—Lo sé. Perdón. — se separó de él y fue a sentarse a la orilla de la cama en lo que se ponía los zapatos. Steve le acarició el brazo con los dedos.

—Oye, sabes que esto es algo muy nuevo para mí.

—Tal vez en realidad no es nada. — dijo Eddie mientras se ataba los cordones.

—¿De qué hablas?

—De que quizá no sientes atracción por mí, solo estás confundido. — al terminar volteó a verlo — No estás obligado a sentir nada por mí, Steve. Siempre podemos ser amigos; solo dímelo de una vez para dejar de esperar algo más.

—Es que... ¡apenas si mi mente lo está asimilando!

Eddie asintió.
—De acuerdo... ¿Crees que soy atractivo?

—¿Sí?

—¿Esa es una respuesta o es otra pregunta?

—¿Una respuesta?

—Oh, ¡jódete! — dijo Eddie con impaciencia y se levantó para ir hacia afuera.

Steve se levantó un momento después y fue detrás. Eddie se lavaba las manos, luego fue hacia el refrigerador a sacar algunas cosas, ignorando la presencia del otro.

—¿Por qué a ti te está resultando tan fácil aceptarlo? — preguntó Steve — He crecido con la idea de que debo buscar una linda novia para casarme con ella y tener hermosos bebés, ¿tú no pensabas igual?
Mis amigos y yo solíamos usar "gay" como insulto, como burla. Mi mente fue moldeada de esa manera, por eso me es tan difícil hacerme a la idea de que pueda gustarme un chico. ¿Tú no te sientes igual?

¡Hey, tú! [Steddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora