29. Lover boy

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La tarde estaba siendo tranquila, sin mucha clientela, aún así, había mucho qué hacer. Temprano llegó un pedido de varios instrumentos y demás cosas que debían inventariarse, y por ello, tanto Eddie como su jefe, llevaban un buen rato ocupados.
El hombre observaba de vez en cuando a su joven empleado. Los últimos días había estado muy animado y enérgico, pero hoy parecía todo lo contrario. Apenas si había dicho palabra, sin importar que tratara de sacarle conversación, y de su cara no se borraba esa seriedad impropia de él. Pero más tarde, mientras ordenaba unos papeles, recordó algo que tal vez lo animaría un poco.

—Ayer llegó un chico a inscribirse para tu clase. — le avisó. Había el día libre de Eddie, por lo que no tuvieron la oportunidad de presentarse — Parecía muy animado, vendrá hoy mismo a recibir la primera...

—Escucha, no sé si sea buena idea... esto de las clases. — dijo Eddie con el mismo gesto de todo el rato — Creo que debería dedicarme solo a ayudarte aquí.

—¿Qué ocurre?

—Nada.

—¿Nada...? Bueno, es tu decisión, hijo.
Si sientes que es mucho trabajo... puedes dejarlo. Pero hoy vienen los dos chicos, debes hablar con ellos y explicarles. Ni creas que lo haré por ti.

Desde ese momento, el ánimo de Eddie solo empeoró, pero como cada martes y jueves, se dedicó a ordenar el espacio que usaba para dar la clase.
Mientras esperaba, se sintió tentado a encender un cigarrillo, pero sabía que estaba prohibido y además, en eso escuchó algunas voces afuera.
Inclinándose hacia adelante en la silla, hundió la cara entre sus manos y se frotó los ojos, suspirando con frustración, luego no vio más opción que levantarse e ir a abrir la puerta para recibir a los dos chicos.
Primero entró su alumno de siempre: un chico de catorce años llamado Wyatt, quien lo saludó con un amistoso apretón de manos.
Después vio de nuevo hacia la puerta y al ver entrar a su nuevo alumno, cerró los ojos y volvió a suspirar.
Tiene que ser una broma. — pensó, absteniéndose de decirlo.

Cargando con mucho orgullo su estuche de guitarra, Steve entró con una sonrisa radiante y se acercó a darle la mano, luego fue a buscar su lugar para sentarse, ante la mirada disgustada de Eddie, la cual notó, pero optó por ignorar momentáneamente.
—Sé que me quedé atrás, pero me pondré al día. — les aseguró tranquilo tanto a Eddie como a su nuevo compañero.
El pelilargo dio algunos pasos sin dirección mientras se frotaba la frente con los dedos.
—¿Estás bien?

—Esta es... la última clase que doy. — dijo Eddie y los vio avergonzado — Lo siento, lo decidí hoy.

Sin esperar un segundo, Steve se puso en pie, tiró del brazo de Eddie y lo alejó un poco del menor.
—¿Qué ocurre?

—Mierda, Steve, te dije que no hicieras esto y... ¡¿compraste una guitarra?!

—¿Es por mí que lo dejas?¿No quieres...?

—No, no es por ti. ¡No tiene nada qué ver contigo, ¿de acuerdo?! — gruñó afligido — Solo... ve y pide un reembolso por la guitarra. — le dijo y caminó de regreso a su lugar.
Steve también volvió, tomó asiento y sacó su guitarra del estuche. Era una belleza, de madera clara y reluciente.
— Steve...

—No me vas a decir qué hacer. Ya pagué la clase y tengo todo el derecho de tomarla.
Y tú y yo hablaremos después. — le dijo serio a Eddie. Este sostuvo una mirada seria y luego vio avergonzado a Wyatt, quien parecía incómodo y muy confundido por la escena. Le recordó mucho a Dustin.

Tras dos incómodas horas de enseñar al menor un poco de tablatura, y a Steve a afinar su guitarra, se levantó y fue a guardar sus cosas. Wyatt hizo lo mismo y se despidió. Siendo que aparentemente era su última clase, agradeció a Eddie por todo, y le recordó que por si cambiaba de opinión, tenía su número de teléfono.
Entonces él y Steve se quedaron a solas.
El castaño parecía a punto de hablar cuando él lo detuvo.
—La tienda va a cerrar. Hay que salir.

¡Hey, tú! [Steddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora