11. Lago Lovers

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Un fuerte almohadazo en la cabeza hizo levantar de un salto a Eddie, quien vio hacia todas partes hasta dar a sus espaldas con la cara de Steve, que lo veía entre molesto y divertido.
—Wayne dijo que te estabas cambiando, ¿qué carajos haces dormido?

—¡Aaagh...! Anoche con los chicos nos desvelamos jugando una campaña. Cuando llegué aquí me di una ducha, pero... aún tenía mucho sueño y... la cama se veía tan tentadora. — dijo mientras se estiraba y volvía a dejarse caer de espaldas.

Steve sujetó la almohada y volvió a asestarle un golpe, esta vez en la cara. Eddie soltó una maldición.

—Tú tío y su amigo están afuera empacando las cosas para ir de pesca. ¡Levántate!

—¿Y si nos quedamos? Hay que besarnos todo el día. — dijo Eddie en tono de súplica.
Como respuesta, Steve le dio otro almohadazo, que esta vez sí lo hizo levantarse.
— Hijo de perra. — dijo empujándolo, pero Steve le sujetó los brazos y tiró de ellos atrayéndolo. Cuando lo tuvo lo suficientemente cerca, le sujetó el cuello y le plantó un beso en los labios.

—No voy a dejar que te quedes a dormir otra vez con tus amigos. — advirtió.

—Que posesivo, Harrington. Me excita. — dijo Eddie sonriendo y fue a ponerse una camisa, una chaqueta y su bufanda para luego salir; pero Steve lo detuvo.

—Ven, voy a ponerte maquillaje en eso.

—¿Maquillaje?

—Se lo robé a mamá. — explicó Steve sonriendo y señalando su propio cuello, en el que ya no se veía el moretón que el pelilargo le había dejado.
Se descolgó la mochila del hombro y sacó el susodicho maquillaje, para luego empezar a ponerle cuidadosamente a Eddie.

—Es una gran idea. Ojalá se te hubiera ocurrido ayer temprano. — Steve lo vio confundido — Mis amigos los vieron y... tuve que decirles que estuve con una ardiente chica que me los hizo. Te lo digo por si escuchas algún comentario al respecto.

—¿Ahora soy una ardiente chica? — preguntó Steve sonriendo.

—Con unas boobies ¡gigantes!.

—Qué imbecil. — ambos rieron y se dieron un último beso antes de salir.

Tal como Steve había dicho, Wayne y su viejo amigo estaban afuera, terminando de subir al auto del visitante las cosas que iban a llevar al lago. En aquel momento, subían una hielera a la parte de atrás, pero al escucharlos salir, ambos voltearon hacia los chicos.

—¡Ed!

—Hola, señor Wilson. — saludó Eddie sonriendo y se acercó a estrechar su mano.

—Por favor, dime Jack. ¡Pero mira cuánto has crecido, muchacho! La última vez que vine no pasabas de mi barbilla. — dijo dándole algunas palmadas en la espalda — Tengo que venir más seguido, supongo.
Bueno... ¿están listos?

Los otros tres asintieron y empezaron a subir al vehículo. Wayne se sentó de copiloto, mientras que los dos menores en el asiento de atrás.

—¿Ed? — preguntó Steve sonriendo.

—No sé de dónde sacó ese apodo, nadie más me llama así. — dijo Eddie discretamente.

—Nadie más te llamaba así, Ed.

—Cállate. — dijo él riendo.

Se detuvieron cerca del lago para rentar un par de botes y asegurarlos al auto; después siguieron su camino.
Al llegar los bajaron junto con los remos y los dejaron en la orilla.
Desayunaron. Jack tomó algunas fotos del lugar y del grupo con una cámara que había traído; luego él y Wayne tomaron su equipo de pesca y uno de los botes, para adentrarse en el lago, dejando un par de cañas, baldes, carnada, y un bote para Steve y Eddie.

¡Hey, tú! [Steddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora