15. Jóvenes adultos

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Desde la sala se escuchaba una mezcla de ruidos y, en cuanto Wayne abrió la puerta de su cuarto, el ruido solo aumentó.
El televisor estaba encendido reproduciendo una película navideña y el estéreo de Eddie reproducía una de sus canciones típicamente escandalosas; el tocino friéndose en el sartén provocaba un siseo, y las voces y risas de los dos chicos le daban el toque faltante a aquel escándalo.

Eddie sostenía un cucharón como micrófono y sacudía la cabeza al ritmo de la canción al tiempo que cantaba.
—... Everyone's happy when the wizard walks by, turututun. Never talking, turututun. Just keep walking, turututun. Spreading his magic, turututun...

—Impresionante, pero me impresionaría más si me ayudaras con el desayuno. — dijo Steve sonriendo.

—¡No me cortes la inspiración!

—Inspírate mientras pones a tostar esto. — le sugirió empujando contra su pecho una bolsa de pan. Eddie rodó los ojos con un atisbo de sonrisa.

—Bien. ¡Ah, hola! — le dijo a Wayne al percatarse de su presencia — Feliz navidad.

—Feliz navidad, a los dos.

—Igualmente. — dijo Steve — Casi está el desayuno, en cuanto Eddie ponga a tostar ese pan.

—Ah, claro. — dijo este y se puso rápidamente a ello tras dedicarse entre los dos una pequeña sonrisa, gesto que a su vez hizo sonreír a Wayne.

Los muchachos habían llegado la noche anterior muy felices. Wayne habría querido preguntar qué había pasado y por qué pelearon en primer lugar, pero le bastaba saber que habían sido lo suficientemente maduros para resolver las cosas entre ellos y que ahora estaban juntos de nuevo.
La felicidad y el bienestar de su sobrino era para él lo más importante y, mientras los tres desayunaban a la mesa, pudo ver ambas cosas reflejadas en el rostro del chico.

Wayne se fue a visitar a un amigo después de abrir sus regalos, y ellos dos también se dispusieron a salir, pero primero abrieron sus propios regalos en el cuarto de Eddie, aún en pijama y sentados en el suelo frente a frente.

—Veo que sí aprendiste mucho del juego. — dijo este impresionado viendo que lo que Steve le obsequió eran cosas para un maestro de calabozos.
El castaño se rascó el cuello sonriendo.

—En realidad esos los compré antes. Dustin los eligió para ti.

—Ah. Es un buen chico. — comentó mientras se acostaba de espaldas al suelo y le ofrecía su pie a Steve para que lo masajeara — Aunque vaya insultada la que me dio en el supermercado.

—¿Qué?¿De qué hablas?

—Tal parece que según lo que escuchó de mí, soy un hijo de puta.
¿Qué le dijiste, Harrington?

—¡Nada tan malo! Solo le dije lo del juego, pero es muy pequeño, seguro lo interpretó como una puñalada en la espalda.

—Aunque también mencionó que antes de lo que pasó, le dijiste muchas cosas buenas sobre mí, tanto que incluso llegó a admirarme. — dijo Eddie sonriendo — ¿Qué le dijiste?

—También exageró con eso. — bufó Steve con una leve sonrisa.
Eddie estiró la otra pierna y puso sobre el hombro de Steve el pie que no estaba recibiendo masaje.

—¿Y cómo supo que era yo en el súper?

—Traigo en mi billetera una de las fotos del lago que me diste. Se la mostré.

—¿Traes una foto nuestra en tu billetera? — preguntó acariciando la mejilla de Steve con el pie — Eso es jodidamente dulce.

—No tanto como tú acariciando mi cara con un calcetín que has arrastrado por el suelo toda la mañana.

¡Hey, tú! [Steddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora