20. Bajo mi piel

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Pasando de la sugerencia por parte de Steve, Eddie se había negado rotundamente a tener una fiesta de cumpleaños por muchas razones totalmente válidas; entre ellas, que no quería meter en problemas a Steve haciendo una fiesta en su casa y además, tal y como le había dicho al castaño, en lugar de gastar el dinero en algo tan banal como una fiesta con gente de la que ni siquiera eran amigos, podían ahorrar ese dinero para usarlo en cosas más importantes, como por ejemplo, el viaje de verano que ambos tanto anhelaban y que era la razón por la que en unos días empezarían a trabajar.

Esa mañana fue despertado por los besos y las caricias de Steve, quien le decía que se levantara para desayunar.
—No tendrás una fiesta, pero no te puedes negar a que te consienta. — le dijo al oído — Hice tu desayuno favorito.
Eddie volteó hacia la bandeja que estaba sobre la mesa de noche y sonrió.
—Es el segundo, mi favorito es este. — dijo apretando el miembro de Steve, quien dio un respingo, lo que lo hizo reír.

Tras desayunar durmieron un buen rato más. Al despertar, se quedaron acostados conversando y luego, sin querer, de nuevo fueron quedándose dormidos. Eddie despertó primero y se levantó con algo de sed, encontrándose en la cocina con su tío, que preparaba el almuerzo para todos escuchando uno de sus discos de Sinatra. Este lo saludó con un cálido abrazo.
—Feliz cumpleaños, hijo. — le dijo con voz suave. Eddie parpadeó rápido para impedir que sus ojos se humedecieran. Si algo le estrujaba el corazón, era que Wayne lo llamase así. Aquel recordatorio de lo mucho que se amaban el uno al otro como si de verdad fueran padre e hijo significaba muchísimo para él, y lo hacía sentir feliz y protegido.

—Lo es. Gracias. — susurró.

—Esto... va a tardar un rato. — dijo el mayor refiriéndose al almuerzo — Vuelve a dormir si quieres.

—Vaya, hoy me siento como un rey. Steve hizo el desayuno mientras yo dormía.

—Lo sé. Lo encontré cocinando cuando volví del trabajo. — comentó Wayne y vio a Eddie, notando el ligero rubor en su cara mientras sonreía viendo hacia el suelo — Es un buen chico. Realmente lo es. — su vista había vuelto a enfocarse en las verduras que cortaba.

Después de haber almorzado los tres juntos, Wayne salió en el auto de Eddie para ir a comprar algunas cosas. Los chicos se quedaron a lavar los platos, y luego Steve fue a meterse a la ducha, en lo que Eddie terminaba su tarea de biología.
Eddie se estaba duchando cuando Steve escuchó que tocaban la puerta. Se puso rápido una camiseta y fue a abrir, encontrándose con la vieja amiga de Eddie, Samantha, quien al verlo pareció sonrojarse y querer salir corriendo.

—¡Steve!¿Qué... qué haces aquí?

—Eddie y yo somos amigos, ¿qué haces tú aquí? — indagó cruzándose de brazos, aún conociendo perfectamente las intenciones de la chica.

—Ahm... ¿Está él?

Steve asintió.
—Sí está. — dijo y la chica se quedó esperando.

—¿Le dices que venga?

—Mmm... no, no lo creo. — respondió Steve con una pequeña sonrisa, cosa que la desconcertó.

—¿Disculpa?¿Qué te pasa?

—Estoy seguro de que te dijo que está saliendo con alguien, así que creo que deberías tener algo de respeto por él y por ti misma, y alejarte.

—Ay, por favor... — bufó Samantha y avanzó unos pasos buscando entrar, pero Steve le impidió el paso.

—¿No me oíste?

—¡No tienes ningún derecho!¿Quién te crees?¿Eres tú su nueva novia acaso?

—Dices "nueva" como si alguna vez tú hubieras sido su novia. — dijo Steve acercándose a su cara — Entiendo porqué te gusta, él es grandioso, por eso mismo debiste esforzarte un poco más; pero ¿qué crees? Perdiste tu oportunidad, linda. Ahora vete.

¡Hey, tú! [Steddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora