Los gemidos de Eddie resonaban en la habitación y Steve lo veía con una ligera sonrisa, puesto que sabía que el chico solo estaba exagerando.
El cuerpo de ambos estaba empapado en sudor, sin embargo, Steve se mantenía sereno. Aquello era algo a lo que estaba acostumbrado y, en el proceso, había aprendido técnicas para no agotar demasiado sus fuerzas.
—¿Terminaste? — le preguntó a Eddie.—No tengo idea.
—¿No estabas contando? Tienes que contar las flexiones.
Como sea, descansa unos minutos.El pelilargo suspiró con alivio y dejó las pesas a un lado para levantarse e ir a tomar agua.
—Esto es agotador, ¡y aún no veo ningún resultado!—Y eso que has ejercitado cuatro días ya. — dijo Steve con sarcasmo y soltó una risita — Tienes que seguir.
—¿Cuánto?
—¿Para empezar a ver resultados? Unos dos meses como mínimo.
—Uuugh... — murmuró Eddie y fue hacia el estéreo para subir el volumen de su música.
La increíble música a un buen volumen y la imagen de un Steve sudoroso frente a él, ciertamente eran una gran fuente de inspiración.
Después de descansar un rato, se sentó en la máquina que antes ocupaba el castaño, mientras que este tomó las pesas; y ambos continuaron ejercitando.—¿Vemos una película? — preguntó Steve cuando dieron por terminado el entrenamiento.
Eddie asintió, aún respirando agitado.—Pero por ahora me urge un baño. — dijo levantándose — Y creo que a ti también. ¿Qué tal si complementamos el ejercicio en la ducha? — preguntó sonriendo mientras se acercaba al castaño. Este también sonrió.
—Creí que estabas agotado.
—Sí, por eso dejaré que hagas todo el trabajo.
—Idiota. — dijo Steve riendo — Bien. Apaga la música y trae tus cosas.
Eddie asintió emocionado y fue hacia el estéreo.
En cuanto apagó la música y sacó su casete, la puerta del sótano se abrió. Pensó que había sido Steve, hasta que escuchó otra voz masculina, entonces volteó hacia allí. Steve estaba a mitad de las escaleras y al final, en la puerta, estaban de pie sus padres.
Su mamá bajó unos peldaños hasta llegar a él y lo abrazó por el cuello.—Hola, cielo. — lo saludó antes de besar su mejilla — ¿Cómo estás?
—Ah... muy bien. — murmuró Steve serio.
La mirada de su padre estaba fija en Eddie; pronto Steve también volteó hacia él.
— Es Eddie Munson, mi... mi amigo. Estábamos haciendo ejercicio.—Mm, bien. — dijo el hombre y de inmediato se dio la vuelta para alejarse del sótano.
Steve volteó a ver a Eddie con una expresión que él supo leer perfectamente: "Después de un mes de no verme ese es su cálido saludo."
—¿Ya cenaron? — preguntó la mamá. Ambos negaron con la cabeza — Bueno, compramos comida en un restaurante del camino. Suban a comer.
—No me dijiste que vendrían hoy. — susurró Eddie mientras se lavaban las manos en la cocina.
—No, porque no lo sabía. ¿Crees que quiero que hables con ellos? De haberlo sabido hasta yo habría desaparecido de aquí esta noche.
—Tarde o temprano los iba a conocer.
—Prefería que fuera tarde.
Eddie suspiró y tomó la toalla para secarse las manos. Steve seguía frotándose jabón con mucha energía, con la vista baja y un gesto de total seriedad.
—¿Quieres que me vaya? Si tanto te molesta lo haré. — le dijo y esperó una respuesta que Steve se rehusaba a dar — Entiendo. — se dio la vuelta y caminó hacia la sala, de donde tomó su mochila.
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¡Hey, tú! [Steddie]
RomanceSteve y Eddie se conocen por una tonta casualidad durante su primer año de preparatoria, y las diferencias que al principio parecían separarlos, serán las mismas que un día los harán darse cuenta de que son el uno para el otro.