19. Juego de dos

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Había vuelto a casa a altas horas de la noche y, aún así, para su desgracia, se había encontrado con sus padres aún despiertos. Un seco "buenas noches" fue lo único que le dijo a ambos antes de subir hacia su cuarto, cargando en una mano su mochila de la escuela, y en la otra la maleta con su uniforme sucio de básquetbol; además de una bolsa de plástico que contenía su uniforme de trabajo recién traído del Starcourt.
Al cerrar la puerta del cuarto, dejó las cosas en un escritorio, salvo la bolsa de plástico. Sacó de ella el uniforme y lo vio con decepción. Era lo más ridículo que había visto, a pesar de haber pasado toda la tarde tratando de convencer a Eddie de lo contrario.
Lo dejó extendido sobre la cama y se acostó a la par, cerrando los ojos; pero unos toques suaves en la puerta lo hicieron levantarse. Vio a su madre entrar despacio. La vista de la mujer se fijó de inmediato en el uniforme, el cual Steve arrebujó y metió a fuerzas de vuelta a la bolsa.

-¿Qué es? - preguntó ella.

-Mi uniforme de trabajo.

-Sobre eso quería hablarte. - se sentó junto a su hijo en la orilla de la cama y le acarició las puntas del cabello, viendo lo mucho que este le había crecido - No tienes que trabajar, cielo, yo te daré lo que necesites.

-Eso no es lo que papá quiere.

-No tiene por qué enterarse. - habló ella con voz suave.

-¿Sabes qué me gustaría más? Que te quedaras aquí cuando él se vaya de viaje. Me gustaría llegar y encontrarme con que preparaste mi comida favorita, como cuando era pequeño. Eso valdría mucho más para mí que todos los billetes que quieras darme a escondidas. - dijo serio viéndola a los ojos. Ella en cambio, desvió la mirada hacia el suelo - ¿Por qué sigues con papá? Ni siquiera confías en él. ¿Crees que no sé por qué vas a sus viajes de negocios?

-¡Suficiente! - ordenó levantándose y alisó la falda de su vestido con las manos - Buenas noches. - dijo con aspereza antes de salir.
Steve volvió a dejarse caer de espaldas en la cama y suspiró.

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Estaba con Eddie en los casilleros. El chico buscaba una libreta, mientras que Steve rebotaba su balón de baloncesto contra el suelo, medio distraído. Un golpecito en su cabeza lo hizo voltear hacia un lado, en donde apareció Robin, sonriendo.

-Me llamaron para que vaya hoy a ayudar a la tienda con un inventario. ¡Tengo el empleo! - dijo radiante.
Eddie sacó la cabeza de su casillero y los vio perplejo, especialmente a Steve, quien felicitaba a la chica.

-¿De qué me perdí?

-Steve me ayudó a conseguir un trabajo. Supongo que estaban muy ocupados para hablar de eso. - dijo con una risita - Y supongo que deben estarlo ahora, pero no tanto como yo, porque tengo trabajo en una hora.
Espero que les hayan gustado sus uniformes de Scoops Ahoy. - soltó una carcajada - ¡Nos vemos, perdedores! - se burló dándose la vuelta y caminando de prisa por el pasillo.

Eddie cerró la puerta del casillero y se cruzó de brazos viendo a Steve.
-¿Cuándo pensabas decírmelo, Harrington?

-¡Lo siento! Es que tengo muchas cosas en qué pensar.

-Está bien, pero... ¡piensa rápido! - dijo y le dio un manotazo al balón que Steve sostenía, haciéndolo rebotar contra el suelo.

-Oh, dios, ¿ves lo que digo? Ni siquiera puedo impedir que un ñoño que jamás practica baloncesto me quite el balón de las manos. - se quejó yendo a recogerlo. Cuando lo hizo lo rebotó un par de veces y vio a Eddie con una ligera sonrisa - Deberías ayudarme a entrenar, como en los viejos tiempos.

Eddie soltó una risita.
-No sé si lo recuerdas, pero ese día te fuiste a casa con un golpe en la cabeza y yo con un raspón en la rodilla. - Steve sonrió con nostalgia. Ambos comenzaron a caminar hacia la salida - ¿Dónde estaríamos si hubiésemos llegado a tiempo y tomado el autobús al viaje?

¡Hey, tú! [Steddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora