Kyungsoo

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—Perdona, ¿puedes repetir eso?

—Luhan me mira fijamente con total
incredulidad, sus ojos están tan abiertos
que parecen dos platos oscuros.

Me encojo de hombros como si lo que
acabara de contar no fuera gran cosa
—Kim JongIn estuvo aquí anoche.
—Kim JongIn estuvo aquí anoche —
repite.

—Sí. —Vino a nuestra residencia.

—Sí.

—Tú estabas en esta habitación, él
entró y después los dos estuvisteis aquí.
En esta habitación.

—Sí.

—Así que Kim JongIn apareció en
nuestra puerta y entró, y estuvo aquí.
Contigo. Aquí.

La risa burbujea en mi garganta.

—Sí, Luhan. Ya hemos dejado claro que él estuvo aquí. En esta habitación.

Su boca se abre de par en par. Luego
se cierra de golpe. A continuación se
abre de nuevo para liberar un grito tan
ensordecedor, que me sorprende que el agua de mi vaso no tiemble rollo Parque
Jurásico.

—¡Oh, Dios mío! —Corre hacia mi
cama y se sienta—. ¡Cuéntamelo todo!
Sigue con la ropa de fiesta de la noche anterior: un diminuto short que escala por sus muslos cuando se sienta y zapatos plateados que se quita lanzándolos lejos de una patada con un movimiento excitado de piernas.

En cuanto Luhan entró en la habitación, esperé solo tres segundos para contarle las noticias, pero ahora, con su entusiasmada mirada fija en mí, noto una cierta reticencia agolpándose en mi garganta.

De repente, me da vergüenza decirle lo que pasó anoche, porque…, bueno…, lo digo y ya: porque fue DECEPCIONANTE.

Me divertí mucho viendo la película
con él. Y me encantó cuando nos enrollamos…, al menos hasta el último
momento. Pero al final, el tío se corrió y
SE LARGÓ. ¿Quién hace eso?

No me extraña que todos sus líos tengan lugar en las fiestas de fraternidad. Probablemente las chicas o donceles están demasiado borrachos como para darse cuenta de si tienen un orgasmo o no.

Demasiado borrachos como para darse
cuenta de que lo único que ofrece Kim JongIn es publicidad engañosa.

Pero ya he abierto la boca, así que ahora tengo que seguir adelante y darle a Luhan ALGO de información. Mientras me mira embobado, le explico cómo JongIn se presentó en la puerta equivocada y se quedó a ver una película.

—¿Visteis una película? ¿Eso es
todo?

Siento que mis mejillas se calientan.

—Bueno…

Otro grito sale de su boca.

—¡Oh, Dios mío! ¿Te lo has tirado?

—No —no tardo nada en responder

—. Por supuesto que no. Casi no le
conozco. Pero…, bueno, nos enrollamos.
Soy reacio a revelar más información,
pero esa confesión es suficiente para
iluminar los ojos de Luhan.

Parece un niño al que le acaban de regalar su primera bicicleta. O un pony.

—¡TE HAS LIADO con Kim JongIn!
¡Uauuuuu! ¡Es taaaaaan fuerte! ¿Besa
bien? ¿Se quitó la camiseta? ¿Se quitó
los pantalones?

—No —miento.

Ya es imposible que mi mejor amigo
se esté quieto. Luhan salta de la cama
y rebota sobre las puntas de sus pies.

—No me lo puedo creer. No puedo
creer que no estuviera aquí para verlo
todo.

—¿Ahora te va el rollo voyeur? —
pregunto con sequedad.

—Si el rollo voyeur es con Kim JongIn… eh… ¡sí! Os miraría a los dos enrollaros durante horas.

—Luhan jadea de repente—. Ay, Dios, ¡envíale un mensaje ahora mismo y dile que te envíe una foto de su polla!

—¿Qué? ¡No!

—Venga, vamos, probablemente se
sentirá muy halagado y… —Otro jadeo.

— No, ¡mándale un mensaje invitándolo
a que venga aquí esta noche! Y dile que
traiga a Suho.

Odio aguarle la fiesta, pero teniendo
en cuenta la forma en la que JongIn se
largó anoche no tengo más remedio que
echar un jarro de agua fría sobre la alegría de mi amigo.

—No podría aunque quisiera —confieso—. No tengo su número.

—¿Qué? —Parece destrozado con la
noticia—. ¿Qué coño te pasa? Al menos,le darías el tuyo, ¿no?Niego con la cabeza.

—No tenía su móvil con él, y no surgió la oportunidad de darle mi número.

Luhan se queda en silencio por un momento. Sus ojos marrón claro enfocan
mi cara, los entrecierra inquisitivamente, como si telepáticamente estuviese intentando cavar un túnel en mi cerebro.
Yo me muevo inquieto.

—¿Qué? —digo con timidez.

—Dime la verdad —dice—. ¿Estuvo realmente aquí?

El shock me sacude.

—¿Estás de coña? —Cuando él me ofrece un pequeño encogimiento de hombros, mi sorpresa se convierte en horror—. ¿Por qué iba yo a hacer algo así?

—No sé… —Se coloca un mechón de
pelo oscuro detrás de la oreja, con
evidente incomodidad—. Es solo que…,
ya sabes, él es más mayor, y está buenísimo, y no os disteis los teléfonos…

—¡¿Así que eso significa que estoy
mintiendo?!

—Salto disparado de la cama y me pongo de pie; me siento más que insultado.

—No, por supuesto que no. —

Empieza a recular, pero ya es demasiado tarde. Ya estoy cabreado y me dirijo hacia la puerta—. ¡¿Adónde vas?! —grita detrás de mí—. Jo, vamos, Kyungsoo. Te creo. No tienes que irte así, hecho una furia.

—No me voy de ninguna manera.

—Le lanzo una mirada fría sobre mi
hombro y cojo mi bolso—. He quedado
con mi padre en quince minutos. Me
tengo que ir.

—¿En serio? —dice él con escepticismo.

—Sí. —Tengo que esforzarme para
no fruncir el ceño en su dirección—.
Pero eso no significa que no esté
supercabreado contigo en este momento.

Viene hacia mí a toda velocidad y lanza sus brazos alrededor de mi cuello antes de que pueda detenerlo, apretando lo suficientemente fuerte como para impedir que entre el flujo de aire a mis pulmones.

Es uno de sus «abrazos de perdón, marca de la casa Luhan». Un abrazo del que he sido receptor más veces de las que puedo contar.

—Por favor, no te enfades conmigo
—me suplica—. Siento haberte dicho
eso. Sé que no te inventarías algo así. Y
cuando vuelvas, quiero escuchar todos
los detalles, ¿vale?

—Sí… bueno —murmuro, no porque
lo diga en serio, sino porque quiero salir
de aquí antes de soltarle una bofetada en
la cara.

Se aparta con el alivio grabado en sus
rasgos.

—Genial. Te veo en un ra… Salgo por la puerta antes de que pueda terminar la frase.

Uy eso debera doler en el ego de JongIn jejeje.

Mañana empezamos con dos capítulos por día porque está al igual que Enamorarse no es una opción son largas pero divertidas.

Nos leemos mañana.

💋

Tu y yo (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora