Kim JongIn

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Abril

Que te mole el novio de tu mejor amigo
es una mierda. Básicamente hay dos factores importantes. Primero, está el factor de la «incomodidad».

Y es que es la hostia de incómodo. No puedo hablar por todos los hombres del mundo, pero estoy bastante seguro de que ningún tío quiere salir de su dormitorio y toparse con el chico de sus sueños, después de que él haya estado toda la noche en los brazos de su mejor amigo.

Y después está el factor «odio hacia uno mismo». Eso es un hecho, porque resulta bastante difícil no odiarte a ti mismo cuando te dedicas a fantasear con él chico por él que tu mejor amigo pierde el culo.

Por el momento, la incomodidad, sin
duda, va ganando la batalla. A ver, vivo
en una casa con paredes finísimas, lo
que significa que puedo escuchar cada
uno de los gemidos entrecortados que se
escapan de la boca de Minseok.

Cada suspiro y jadeo. Cada golpe de cabecero contra la pared mientras mi colega se tira al chico en el que no puedo dejar de pensar. Es superdivertido.

Estoy en mi cama, boca arriba, mirando fijamente al techo. Ya ni siquiera finjo mirar mi biblioteca de canciones del iPod. Me pongo los auriculares para ahogar los sonidos de Chen y Minseok en la otra habitación, pero todavía no le he dado al play.

Supongo que esta noche me apetece torturarme a mí mismo. A ver, que no soy idiota. Sé que está enamorado de Chen. Veo la forma en que le mira y veo lo bien que están juntos.

Llevan saliendo seis meses y ni siquiera yo, el peor amigo del planeta, puede negar que están hechos el uno para el otro. Y joder, Chen se merece ser feliz.

Él va de cabrón arrogante, pero la verdad es que es un puto santo. El mejor extremo con el que he patinado en la vida y la mejor persona que he conocido nunca, y estoy tan seguro de mi condición de hombre, que puedo asegurar que si yo jugara en la otra acera, no solo me follaría a Kim Jongdae alias Chen: también me casaría con él.

Eso es lo que hace que todo esto sea un millón de veces más jodido. Ni siquiera puedo odiar al tío que se está enrollando con el chico al que deseo.

No hay fantasías de venganza que valgan, porque no odio a Chen, ni lo más mínimo.
Una puerta chirría al abrirse y oigo pasos en el pasillo; ruego a Dios para que ni Chen ni Minseok llamen a mi puerta.

O abran siquiera la boca, porque oír cualquiera de sus voces en este momento solo me daría aún más bajón. Por suerte, el fuerte golpe que hace temblar el marco de la puerta tiene su origen en mi otro compañero de piso, Suho, que entra en mi habitación sin esperar a ser invitado.

—Hay fiesta en la fraternidad Omega
Fi esta noche. ¿Te apuntas? Salto de mi cama más rápido que una gacela, porque en este instante la idea de ir a una fiesta suena que te cagas de bien en mis oídos.

Pillarme un superpedo es una manera cien por cien segura de dejar de pensar en Minseok. Aunque en realidad…, quiero pillarme un superpedo y ADEMÁS follarme a
alguien sin parar. De esta forma, si una de esas dos actividades no me ayuda con mi objetivo —no pensar en Minseok—,la otra me servirá como plan alternativo.

—¡Por supuesto! —respondo a la vez
que busco algo que ponerme. Me meto una camiseta limpia por la cabeza, ignorando la punzada de dolor que siento en el brazo izquierdo desde la fortísima carga que recibí la semana pasada en la final del campeonato.

Me dolió un huevo, sí, pero el golpe mereció totalmente la pena: por tercer año consecutivo, el equipo de hockey de Briar se llevó otra victoria en la Frozen Four.

Supongo que se le puede llamar el triplete definitivo y todos los jugadores, yo incluido, seguimos recogiendo los frutos de ser campeones nacionales en tres ocasiones.
Suho, que juega de defensor como yo,
lo llama las tres efes de la Victoria: fiestas, felicitaciones y follar.

Tu y yo (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora