Kim JongIn

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Julio

Chen me da una sorpresa apareciendo
en el taller el jueves por la noche, con
pizza y unas cervezas. No nos vemos
mucho durante el verano, ya que yo vivo
en casa de mi padre y él trabaja sesenta
horas semanales en una empresa de
construcción en Boston.

Nos mensajeamos de vez en cuando, por lo general sobre los playof s de la NHL, y
nos juntamos para ver el partido de la
Copa Stanley todos los años, algo que
ya hicimos el mes pasado. Pero habitualmente, nuestra amistad se pone
en pausa hasta mi vuelta a Hastings en
septiembre.

Me alegra mucho verlo. Probablemente me alegraría más si no hubiera traído las cervezas, pero bueno, ¿cómo podría saber Chen que mi padre me ha tirado una lata de cerveza a la cabeza esta mañana? Sí, la movida de hoy ha sido gorda.

Papá me lanzó una lata de cerveza y me
armó una rabieta, lo que se tradujo en que casi le pego un puñetazo. Woobin, por supuesto, lo ha evitado y ha hecho de mediador antes de arrastrar a papá con
su borrachera de vuelta a casa.

Cuando entré a la hora de comer, me lo encontré bebiéndose una cerveza Bud Light en el salón mientras veía anuncios de la Teletienda. Me saludó con una sonrisa;
ya se había olvidado de lo que había
sucedido.

—Ey. —Chen se acerca a paso rápido hasta el Hyundai cuyas pastillas de freno acabo de cambiar y me da un abrazo de machoman que implica muchas palmadas en la espalda.

Después mira al otro lado de la estancia,
donde está mi hermano—. Woobin, amigo.
¡Cuánto tiempo!

—¡C! —Woobin suelta su llave de tubo y se acerca para estrecharle la mano a Chen—. ¿Dónde narices te has estado escondiendo este verano?

—En Boston. Me he pasado las últimas dos semanas trabajando como un burro en un tejado, con el sol cayéndome a plomo en la cabeza.

Sonrío cuando me doy cuenta de que tiene la nariz, el cuello y los hombros quemados. Y porque soy un cabrón, me inclino y le pellizco la marca roja que tiene en el hombro izquierdo.Él hace una mueca.

—Vete a la mierda. ¡Me has hecho daño!

—Pobre bebé. Deberías pedirle a Minie que te ponga aloe vera en tus pupitas. Me ofrece una sonrisa lobuna.

—Oh, créeme, ya lo hace. Lo que lo convierte en un compañero de piso infinitamente mejor que tú.

¿Compañero de piso? Es verdad. Olvidé por completo que Minseok se ha estado quedando en nuestra casa durante el verano. Lo que me recuerda que los chicos y yo probablemente deberíamos hablar de lo que va a suceder en otoño; ver si el plan de Minseok es mudarse de forma oficial o qué.

Yo he superado totalmente lo suyo y sí, me encanta su compañía, pero también me encanta la dinámica que tenemos solo nosotros: los chicos. La inyección de una dosis de estrógenos en nuestro sistema podría generar un cortocircuito o algo así.

—¿Te puedes tomar un descanso? —
pregunta Chen—. Tú también, Woobin.
Hay suficiente pizza para los tres. Dudo un momento; me imagino la reacción de mi padre si de repente sale y me ve pasando el rato con mi amigo en vez de estar trabajando. Joder.

No estoy de humor para pelearme con él otra vez. Pero Woobin responde antes de que yo pueda hacerlo.

—No te preocupes. Jong ha terminado
por hoy. Lo miro con sorpresa.

—En serio, yo me encargo —me dice mi hermano—. Ya termino yo esto. Tú llévate a dar una vuelta a Chen y relájate.

—¿Estás seguro? Woobin repite sus palabras con su tono firme.

Tu y yo (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora