Kim JongIn

306 30 1
                                    

—¿Unas cervecitas en el Malone’s? —
pregunta Suho cuando salimos del estadio, después de jugar el que probablemente haya sido el peor partido de toda mi carrera en el hockey. Aprieto los dientes.

—Tengo planes con Kyungsoo. Pero si no los tuviera, no me iría a celebrar nada a un puto bar, tronco. Se pasa la mano por el pelo rubio y húmedo tras la ducha.

—Sí, ha sido duro ahí fuera. Pero ya está. El partido ha terminado. No tiene sentido mortificarse. En momentos como este es cuando me pregunto por qué juega al hockey.

¿Para follar? Porque desde el día en el que se unió al equipo, Suho ha mostrado una total falta de pasión por nuestro deporte. Una lástima, la verdad, porque es un jugador increíble. Pero no tiene ningún interés en jugar al hockey después de la universidad, por lo menos no profesionalmente.

—En serio, tío, deja de fruncir el ceño —me ordena Suho—. Vente al bar con nosotros. Le he conseguido un carnet falso al nuevo y le voy a enseñar unas cuantas cosas esta noche. Me vendría bien un poco de compañía.El «nuevo» es, por supuesto, Hunter, a quien Suho ha puesto bajo su ala y a quien está llevando por el camino de la perdición.

—Naah, esta noche paso. Kyungsoo y yo
vamos a ver una peli en casa.

—Qué coñazo. A no ser que veáis la peli en pelotas, en cuyo caso, lo apruebo.

La verdad es que sí que espero que hoy acabemos en pelotas. Necesito desesperadamente liberar toda la tensión acumulada que me ha estado atormentando desde que hemos entrado cabizbajos en el vestuario después del pitido final, dejando detrás de nosotros una amarga y pestilente estela de un 0-5.

Vale, no es más que un partido de pretemporada y no cuenta para las
clasificaciones, pero si hay que llevarse
algo de la derrota de esta noche es esto:
estamos muy lejos de estar preparados… Y nuestro primer puto partido es la próxima semana, joder.

Además, los que nos han pegado esta
paliza son los del Saint Anthony, algo
que me cabrea incluso más, porque el
equipo de St. Anthony está formado por
gilipollas y capullos. Sigo preocupado por el partido cuando atravieso la puerta de Kyungsoo un poco más tarde. Me saluda con lástima al ver mi cara.

—No ha ido bien, ¿verdad? —Se acerca y me rodea con sus brazos, sus labios suaves rozan mi piel dándome un beso suave en el cuello.

—El equipo sigue sin consolidarse — contesto irritado—. El entrenador no para de reorganizar las líneas para encontrar la fórmula en la que todo encaje bien, pero es como si mezclara piezas de distintos puzzles aleatoriamente. Es frustrante, especialmente porque Suho y yo somos una máquina bien engrasada cuando jugamos en la misma línea.

Pero también somos los mejores defensores del equipo, así que el entrenador nos divide con la esperanza de que ayudemos a las otras líneas a no ser tan rematadamente patéticas. Yo ahora juego con Brodowski, que necesita mejorar tanto, que parece que me encargo yo solo de la zona defensiva.

—Estoy convencido de que irá a mejor —me asegura—. Y te prometo que estaré animándote desde las gradas la próxima semana. Sonrío.

—Gracias. Sé el gran sacrificio que eso supone para ti. Kyungsoo suspira.

—El más grande del mundo. — Recoge una camiseta del suelo y la echa al cesto de la ropa sucia—. Ordeno todo esto un momento y ponemos la peli, ¿te parece?

—Por supuesto. —Le doy una patada a mis zapatillas y me desabrocho la cazadora. Lo miro pasearse por la habitación recogiendo ropa por todas partes. Supongo que es toda de su compañero de cuarto.

Madre mía, Kawangsoo  debe de adorar a Kyungsoo: un increíble compañero de piso y un señor de la limpieza con un TOC, fusionados en un cóctel adorable. Kyungsoo se agacha para coger un calcetín metido entre el escritorio y la cama de Kawangsoo, y ver su culo en pompa me hace gemir.Gira la cabeza y me mira por encima de su hombro.

Tu y yo (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora