Kim JongIn

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Las mejillas de Kyungsoo van del color
blanco azucena al rosa pálido en cuestión de segundos. Tiene la cara más expresiva que he visto en mi vida, muestra todo lo que siente a toda velocidad.

Agradezco que sea de fácil lectura, porque de lo contrario, su prolongado silencio tras mi último comentario podría haberme dejado preocupado. Pero la intriga que brilla en sus ojos confirma que no lo he asustado..

—¿En serio? —Arruga la frente.

—Sí. —Mis labios se curvan en una pequeña sonrisa mientras doy un paso hacia el—. ¿Y? ¿Vas a dejarme hacerlo o qué? La alarma revolotea en su rostro.

—Dejarte hacerme ¿qué?

—Hacer que te corras.

Estoy contento de ver cómo la incomodidad en su expresión se funde en excitación. Oh, sí, sí…, no lo estoy asustando para nada. Está cachondo.

—Eh… —Deja escapar una risa ahogada—. Esta es la primera vez que un chico aparece en mi puerta preguntándome eso. Te das cuenta de lo fuerte y loco que suena, ¿verdad?

—¿Quieres que hablemos de cosas locas? Me he pasado todo el puto fin de semana fantaseando con hacer esto.

—La frustración crece en mi pecho.

—Normalmente no soy un cabrón, ¿vale?
Puede ser que me mole divertirme y tal,
pero siempre me aseguro de que las
chicas y donceles con los que estoy se lo pasen bien y disfruten.Suspira.

—Yo me lo pasé bien.

—Te lo habrías pasado mejor si no me hubiese pirado después de correrme. Se ríe de nuevo y eso ME hace suspirar.

—Me estás matando, precioso. Te estoy contando que me muero de ganas de darte un orgasmo que te haga gritar y ¿te estás riendo de mí? —Sonrío—.

¿Acaso no acabas de confirmar que mi
ego es frágil?Sus labios continúan temblando.

—Pensé que te tenías que ir —me
recuerda.

—Tardo diez minutos a la biblioteca
desde aquí, lo que significa que tengo
veinte minutos.

—Mi sonrisa se vuelve traviesamente diabólica—. Si no puedo hacer que te corras en veinte minutos, entonces está claro que estoy haciendo algo mal. Kyungsoo juguetea con el cinturón de su albornoz; está visiblemente nervioso.

Mi mirada se centra en sus labios, que
brillan cuando saca un poco la lengua para humedecerlos. Las ganas de besarlos bulle mi sangre, y la expectación que se respira en el aire es lo suficientemente densa como para tensar mi garganta. Doy otro paso.

—¿Y?

—Mmm… —Su respiración se acelera—. Claro. Si quieres… Una risa se me escapa.

—Vaya si quiero, joder. Pero, ¿tú quieres?

—Eh, s… sí. —Se aclara la garganta.

—Sí.

Me acerco aún más y sus ojos arden de nuevo. Me desea. Yo también a él, pero le ordeno a mi polla, que va endureciéndose por segundos, que se comporte. Esto no es para nosotros, compañera. Es solo para Kyungsoo.

Mi polla me responde con unos cuantos espasmos, pero ni de coña voy a permitir que pase a la acción en este momento. Si fuese cualquier otro doncel, podría sugerir un polvo rápido, pero a no ser que mi radar «detecta vírgenes»esté escacharrado, no tengo duda de que Kyungsoo no se ha estrenado aún.

No solo no tengo el tiempo ahora mismo para eso, sino que tampoco estoy particularmente ansioso por asumir la responsabilidad de ser el primero.

Pero esto —agarro el cinturón del albornoz y tiro de él lentamente—,ESTO sí que lo puedo hacer. Y esta vez tengo la intención de hacerlo bien.

Tu y yo (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora