Kim JongIn 2/4

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Dos días después de que el destino pusiera un diván de terciopelo rojo en mi vida, acelero en la salida de la autopista y me dirijo hacia Hastings.

Chen está sentado tranquilamente en asiento del copiloto. Ninguno de los dos hemos hablado mucho durante la hora de viaje desde Wilmington, aunque probablemente tenemos diferentes razones para nuestro silencio.

Yo no puedo dejar de pensar en el estadio que pasamos en nuestro camino hacia el restaurante. No tiene nada que ver con el esplendor del TD Garden de Boston. No era más que un edificio grande e impersonal, similar a cualquier estadio antiguo que uno puede encontrar en Nueva Inglaterra.

Y sin embargo, vendería mi alma al puto diablo por tener la oportunidad de despertar cada mañana y entrenar allí. Aparco en nuestro camino de entrada, pero dejo el motor en marcha mientras miro a Chen.

—Gracias por hacer eso, tío. Te debo una de las gordas. —Hago una pausa—. Sé que no te gusta usar los contactos de tu padre.Se encoge de hombros.

—Namjoon es mi padrino. He usado mis
propios contactos. —Pero sé que no le
ha gustado una mierda hacer esa llamada. Padrino o no, la leyenda de la NHL, Kim Namjoon, sigue siendo el mejor amigo de Kim Seonho, y Chen ha pasado la mayor parte de su vida tratando de separarse de la sombra del capullo de su padre.

—¿Has hablado con él últimamente?
—le pregunto con cautela—. Con tu padre, digo.

—No. Me llama cada pocas semanas, pero simplemente le doy al botón de Ignorar. ¿Has hablado tú con el tuyo?

—Hace un par de días. —He estado haciendo el esfuerzo de llamar a mi padre y Woobin, y a mi madre y Minjoon, porque una vez empiece la pretemporada y nuestro horario de entrenamiento se intensifique, empezaré a vivir en mi burbuja de hockey y es muy probable que me olvide de llamar a mi familia. Chen se queda en silencio por un instante y a continuación me mira pensativo.

—¿Vale la pena hacer todo esto por él, hermano? No le pregunto quién es «el».
Simplemente asiento.

—¿No es solo por el sexo? Mi sonrisa es triste.

—Aún no nos hemos acostado. La sorpresa parpadea en sus ojos.

—¿En serio? Supuse que te lo habías tirado en abril.

—No. Las comisuras de sus labios se estiran hacia arriba. O me lo estoy imaginando o parece estar ORGULLOSO de mí.

—Bueno, en ese caso ya me has respondido a mi pregunta de si valía o no la pena.

—Me da un golpe en el hombro y agarra la manivela—. Buena suerte. A decir verdad, no estoy seguro de necesitar suerte. Cada vez que he aparecido con uno de mis regalos románticos en la puerta de Kyungsoo, he sido recompensado con una brillante sonrisa que iluminaba todo su rostro.

Y… o me lo he estado imaginando, o no
ha parado de mirarme fijamente la boca,
con infinita atención, como si se muriese
de ganas de besarme. Pero aun así yo no
he dado ningún paso.

No he querido forzar demasiado, ni ir demasiado rápido. Pero tengo la sensación de que esta noche me puede caer mi beso.
Veinte minutos más tarde llamo a la puerta de Kyungsoo, ordenándome a mí mismo mantener la satisfacción al mínimo.

Pero es que, joder, me siento la hostia de satisfecho con la forma en la que he cumplido con éxito todas sus demandas. Realmente es una pena que la gente no pille que soy un terco cabrón.

Kyungsoo no parece sorprendido de verme cuando abre la puerta. Probablemente porque le envié antes un mensaje para decirle que iba a pasarme. No le he dicho por qué, pero él me mira un instante a la cara y ahoga un gritito.

—No habrás… Le ofrezco mi teléfono móvil, victorioso.

—Aquí tiene su trofeo, mi señor: la aprobación de un famoso.

—Vale, vale. Pasa. NECESITO ver esto.

—Una mano me arrebata el teléfono mientras la otra tira de mí. Su compañero de cuarto, Kawangsoo, está con las piernas cruzadas sobre la cama y sonríe cuando me ve.

—¡Pero si es el Sr. Romance en persona! ¿Qué tienes para nosotras esta noche, muchachito? Le devuelvo la sonrisa.

—Nada especial. Solo…

—Hola, Kyungsoo. —Una voz sale del
altavoz del teléfono. Kyungsoo ha cargado
el video y le ha dado al play a una velocidad de vértigo. Su compañero de cuarto se queda congelado al oír el alegre saludo masculino—. Aquí Park Jimin —el chico de pelo oscuro de la pantalla continúa hablando.

—¡OSTRAS! —grita Kwangsoo. Salta corriendo de su cama y va hacia Kyungsoo, mientras que yo me quedo delante de ellas sonriendo con la sonrisa más grande de todas las sonrisas.

—Te traigo un mensaje importante desde Wilmington —anuncia la casi nueva estrella de los Bruins… Jimin ha empezado su carrera en la liga profesional arrasando y todo el mundo está salivando, pensando en lo que hará esta próxima temporada.

Solo tiene veinte años y ya se le está comparando con Kim Seungsoo  y, sinceramente, creo que no les falta razón.

—Conozco a JongIn desde hace mucho tiempo —Jimin guiña una ojo a cámara—. Y por mucho tiempo, quiero decir cinco minutos, pero ¿qué es el tiempo, en realidad? Por lo que yo sé, es un buen tipo. Agradable a la vista.

Se rumorea que es un salvaje total en el
hielo. Eso es todo lo que necesito saber
para darle mi apoyo. Así que…, sal con
él, cielo. —Una amplia sonrisa llena la
pantalla—. Mi nombre es Park Jimin y
apruebo este mensaje.

El video llega a su fin. Kawangsoo está ocupado recogiendo su mandíbula del
suelo. Kyungsoo me está mirando como si
no me hubiese visto antes en su vida.

—Entonces… —Parpadeo con inocencia—. ¿A qué hora te recojo mañana por la noche?

Awww muero de ternura con este JongIn, recuerden que es fin de semana de maratón.

Nos leemos de rato.

💋


Tu y yo (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora