HORA DE ORO

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Regreso del Cocito, de esa nevera infernal; de la mueca teatral, supe ignorar la envergadura. El amago que yo vi, no lo predecí; aunque el golpe recibí, este de mí no hará remanentes. Zurcir mi corazón fue el primer paso, ahora ando con relajo en la huella que dejó; más me vale anticipar a "Lilit" si a desgracia no quiero volver.

Taciturno y enseriado regresé a la terraza; más calaña que pereza, más virtudes que destreza; de su fuente, "El Manto Reza" , pasé a esquivar. Y en la corte del divino, mi moral yacía atada con cadenas de alambre, de una luz apaciguante; tal parece que mi dicha será volátil e hilarante.

Y de cuánticas ranuras, en la física hallo fisuras; en la tumba ralladuras, y en el nudo de mi mente, ataduras; cual Goliath ante David, de vencedor a vencido. Ribeyro y su cometa, Malta y la "La Valeta"; una ficción, una "realeta", el mundo funciona así.

Mí "Alter ego" mira atrás, buscando en el pasado tu consciencia, yo, quién piensa con prudencia, no entiendo su cometido; le contemplo con empino y con ansias de vacilar. El suelo, ya de piedra caliza, más deprisa se sofoca; cuando tu sangre se agote, te sabré decir "Nom Dos", por la "Hora de Oro", por un decisivo "adiós".

ANTOLOGÍA: RASGADOS DE NUREÑADonde viven las historias. Descúbrelo ahora