MUSTIO

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Contemplo aquel paraje de verdor a rimbombar, el verano llegó a él y su belleza resalta entre recuerdos; el firmamento queda esclavo de su lozanía, ni admirándote de noche ni de día lograré que esa dicha me pertenezca.

Semblante caído, como en Las Termópilas, de persas resignados y del fuego latente de Atenea enalteciendo la solemnidad de los hombres; cumbres y sombras, caen bombas de indiferencia a mis versículos, son los capítulos rezagados de tu causa lo que me matará.

No resoples y decores el coro de tu alma con mesura, haz durar la atadura, acoge en ti lo libérrimo, lo que te llene de paz; azuzo en ti el arte de querer sin restricciones, copioso en beatitud cuando sé de tu existencia, eres para mí la esencia, una longeva plenitud.

¿Saciará a mi materia la figura omnipresente de tus pupilas, diluidas en la lápida fúnebre de mis recuerdos? Dos espectros vislumbré en el Campo Santo, y con tu nombre en mente, marchité la canela en el proceso; sospecho y no rezo, tu foto y el sabueso que busca su hueso, añorando en lo farrogoso, yo soy mustio, cautivo de tu desamor.

ANTOLOGÍA: RASGADOS DE NUREÑADonde viven las historias. Descúbrelo ahora