AQUEL VIEJO PUENTE

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Las olas arremetían contra aquel viejo puente; poco a poco lo desgastaban, poco a poco le daban fin a su existencia.

La gente de aquel pequeño pueblo costero adolecía tal agravio de la naturaleza, las personas se arrodillaban y clamaban: "¡Deténgase Señor, deténgase!" mientras las lágrimas brotaban de sus retinas; el viento llevaba esos pesares a un receptor intangible de dudosa veracidad.

Una mujer de largos cabellos, de piel canela, de mirada profunda; una dama de Ébano reposaba sobre un islote cerca a la costa. Observaba la destrucción del puente mientras su corazón se quebraba; una Diosa que sentía culpa de sus actos, actos sin posible refracción.

-Al final el puente...descendió.

ANTOLOGÍA: RASGADOS DE NUREÑADonde viven las historias. Descúbrelo ahora