LA GUITARRA

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La guitarra llora mientras mis retinas se quedan secas; otorgo el don del sufrimiento a mi instrumento, porque yo ya me cansé de los lamentos.

A veces miro un cuadro en el cielo, observo la figura de tu cuerpo como gaznápiro y empedernido, perdido en la idealización de tu rostro y en los pensamientos de ego; quizá en otra realidad, en otro universo...

La sangre se mancha de alcohol, como ente famélico, en las antípodas del ingenio, recreando "La Niebla de Londres" en un solo circuito; en el eje de la mediocridad, he desechado toda tu causa, he persuadido a Dios para que le dé fin.

La guitarra sigue llorando y yo ando aturdido de su clamor... La guitarra llora, y yo al escucharla, también.

ANTOLOGÍA: RASGADOS DE NUREÑADonde viven las historias. Descúbrelo ahora