NARCÓTICO

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Solo me hallo y busco en el dolor compañía, quizá el daño a mis retinas y a mi corazón no cambie; en el baile de la vida los colores son aterradores.

Un vicio que prende y quema mi ser, otro que lo desvanece volviéndolo vulnerable, y para finalizar, un canto del infierno que me subyaga para pronto padecer.

En el sistema de Dios no hay personas ni promesas, ni mucho menos felicidad; son pasajes que, en el libro de la muerte, definen al hombre.

Para goce de las miradas negligentes, para la satisfacción de su gula novelesca y teatral; pues el juego del destino les da tal soberanía.

Habitó en mí el cariño por una dama perdida en el hambre de la filosofía y la duda, su retórica cumplía con todos los puntos necesarios para embelesarme; mas ingrato el señor por mostrarme endeble.

Una caravana de mis energías partió de mi espíritu para alcanzarla, pero su morada no era firme; una construcción artificial que se cimentaba en murallas de cristal, murallas que reflejaban la necesidad emocional.

La vi hace poco, en mis memorias aparece cuando la parca me visita, o cuando simplemente dejo caer mis ataduras; aquella venda de lo superficial, de lo ficticio.

Estarás caminando por una cuerda floja en la longevidad de tu existencia, así como yo me encuentro en la cárcel de la insatisfacción; no hay salida para almas en pena que respiran.

Semejante es la necedad de lo que me compone, una condición que trasciende a un lugar que ni yo vislumbro, "eso" en donde tú reposas con tus cadenas de cal y arena.

ANTOLOGÍA: RASGADOS DE NUREÑADonde viven las historias. Descúbrelo ahora