CAPÍTULO 15.

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Pasamos el resto del día en el apartamento, después nos fuimos a dormir, apenas nos acostamos, caímos dormidos.

—Isabella Woods, sé que nos acabamos de conocer, pero me gustas, eres una gran mujer y sé que no quiero perderte, es por eso por lo que quiero pedirte que te cases conmigo ¿aceptarías ser mi esposa? — dijo hincado frente a mí, todas las personas del alrededor estaban aplaudiendo.

—Sí, claro que sí — se levantó y me abrazó, pero no tenía anillo ni nada, así que pregunté... — ¿Y el anillo?

—Soy un prometido diferente.

—¿Por qué?

—Pues yo te llevaré a escoger el anillo.

—El hombre debe escoger el anillo que más le guste para la mujer, pensando en ella.

—Bueno, pero los anillos de boda me ayudarás a escogerlos tú.

—Está bien ¿Cuándo nos casaremos?

—Pues no lo sé.

—Pon fecha.

—Por primera vez quiero ser espontánea.

—¿Y eso quiere decir...?

—Hay que casarnos hoy mismo.

—¿Segura?

—Sí.

—Bueno, yo pensaba hacer una gran fiesta.

—No me gustan las fiestas grandes.

—Entonces será como tú quieras, hoy mismo nos casaremos.

Y justamente sonó mi alarma, no pude soñar más, no sabía que había sido eso ¿un sueño o un recuerdo?, me senté en la cama y Elliot abrió los ojos.

—Buenos días esposa.

—Buenos días esposo.

—¿Dormiste bien?

—Perfectamente ¿y tú?

—Como el angelito tierno que soy — me reí — No te rías, es cierto.

—Ajá, como tú digas.

—¿Cómo te sientes?

—Bien, gracias, estoy bien.

—¿Segura de que quieres ir a la empresa?

—Sí Elliot, no te preocupes.

—Isi, no tienes por qué ir.

—Elliot, puedo ir, aquí más bien parece que tú no quieres ir a la empresa.

—Es que quiero un día libre.

—Elliot, acabas de empezar a dirigir la empresa.

—Lo sé.

Me levanté, Elliot se cubrió nuevamente con la cobija, me acerqué a él y le quité la cobija para que no siguiera durmiendo.

—¡Oye!

—A levantarse niño bonito.

—¿Crees que soy bonito?

—No, eres terriblemente horrible.

—¿Ah sí?

—Sí.

Se sentó en la cama y se acercó a mí, me tomó en brazos y me tiró a la cama, comenzó a hacerme cosquillas.

—¡Elliot! — me reí hasta no poder más.

—¿Soy horrible?

—Sí — continuó haciéndome cosquillas.

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