CAPÍTULO 34.

4.7K 268 0
                                    

Hoy es mi último día en la empresa, por fin pasaron las dos semanas, por fin podré obtener mi título universitario, voy camino a la oficina de Elliot, estoy cansada y el día de hoy las náuseas han estado un poco pesadas, mi olfato está demasiado sensible y a cualquier olor, mi estómago se revuelve. Andy me dejó entrar a la oficina de Elliot, él estaba sentado en su silla mirando unos papeles atentamente, levantó la mirada y cuando me vio sonrió, le sonreí en correspondencia, se levantó y se acercó a mí.

—Hola pequeña.

—Hola cariño.

—¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?

—Bien, el bebé no se ha portado muy bien hoy.

—¿Por qué?

—Mami ha tenido unas náuseas horribles todo el día.

—¿Por qué no dijiste antes amor?

—Porque quería terminar mi último día.

—¿Quieres que vayamos a casa ya?

—Sí por favor.

—Vámonos — besó mi frente, tomó su saco, íbamos a salir cuando Andy tocó la puerta, Elliot la dejó entrar.

—Señor Harrison, el señor Brown quiere hablar con usted — Elliot no sabía si dejarlo pasar, así que hablé yo.

—Déjalo que pase — salió Andy.

—Pero mi amor.

—No hay problema Elliot.

Entró el señor Brown y nos quedamos de pie para recibirlo, se acercó a nosotros y Elliot me presentó como su esposa, ellos se sentaron a hablar de negocios mientras yo estaba sentada tratando de aminorar las náuseas, Elliot no me despegaba la vista, duraron un poco más de media hora.

—Señor Brown, disculpe, pero tenemos que retirarnos, mi esposa se encuentra indispuesta, lo lamento, pero la familia es primero.

—No se preocupe señor Harrison, lo entiendo perfectamente, por eso quiero hacer negocios con usted, por el valor que le da a la familia — sonrió el señor Brown.

—¿Le parece que nos veamos el lunes?

—El lunes a primera hora será.

—Se lo agradezco — se pusieron de pie y se despidieron de mano.

—Señora Harrison, espero que se sienta mejor.

—Gracias — salió de la oficina — mi amor, no tenías que hacer eso — le dije.

—Pequeña, lo más importante son tú y nuestro bebé, así que vamos a casa — asentí.

Salimos de la oficina y fuimos directamente a el auto, una vez arriba, Elliot arrancó directo a casa, cuando llegamos al edificio, subimos a nuestro apartamento, apenas entramos fui a tirarme al sillón, Elliot se sentó a mi lado y comenzó a sobar mi estómago de forma circular.

—¿Qué sientes? — preguntó.

—Muchas náuseas y no puedo controlarlas.

—¿Quieres algo?

—No gracias, no puedo comer nada.

—Entonces duerme un rato pequeña.

Asentí, me acosté de lado, Elliot me dio un beso suave en los labios y trajo una cobija, me cubrió con ella, lentamente me fui quedando dormida. Desperté, me sentía mejor, Elliot estaba sentado en el sillón de enfrente observándome, cuando me miró, sonrió.

—Hola pequeña dormilona.

—Hola.

—¿Cómo te sientes?

NUESTRO ERRORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora