CAPÍTULO 5.

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Me levanté, hice mi rutina diaria y cuando estuve lista bajé, desayuné rápido y tomé mis cosas junto a mi maleta, salí de casa y fui a la esquina, justamente Elliot llegó y se bajó del auto.

—Buenos días, Isabella.

—Buenos días, Elliot, llegué a tiempo.

—Siempre igual de puntual — le sonreí — hay que subir tu maleta y llevarla al aeropuerto.

—Está bien — caminé con ella a la cajuela, Elliot la abrió.

—Te ayudo — la tomó y la subió cerrando la cajuela.

—Gracias.

—No hay problema, vamos antes de que te vean y haya problemas.

—Sí — abrió la puerta para mí, subí y después la cerró, rodeó el auto y apenas estuvo arriba, arrancó directamente al aeropuerto.

—¿Alguna vez has ido a Las Vegas? — preguntó.

—No, nunca ¿y tú?

—Una vez hace varios años, si nos queda tiempo quizá podemos visitar algún lugar.

—Me parece buena idea.

—Será trabajo, pero al mismo tiempo vacaciones gratis — nos reímos.

—¿A qué hora será el vuelo?

—A las ocho de la mañana.

—Eso significa que tendré que volver temprano a casa el día de hoy.

—Nunca me quedo tarde a la fiesta y menos si tengo viaje al día siguiente.

—¿Viajas seguido?

—No, solo cuando es necesario.

—No creo que a mí me guste una vida sobre los cielos.

—¿Tienes miedo a los aviones?

—De eso se suponía que te enterarías mañana — se rió.

—¿Desde cuándo?

—Desde que me subí por primera vez a un avión a los seis años.

—Mucho tiempo.

—Demasiado diría yo.

—¿Y qué tal van las cosas en tu casa?

—Mucho mejor, gracias.

—Me alegro, Caden me dijo que vendría a cenar con tus padres mañana.

—Sí, espero que todo salga bien.

—Saldrá bien.

—Papá es un poco duro.

—Caden es un hombre de negocios, sabe manejar sus nervios.

—Me alegro porque papá le preguntará hasta cuál es la primer roca que pusieron cuando construyeron su casa — Elliot se rió.

—Parece que su papá, las cuida demasiado, lo investigará.

—Si por él fuera, contrataría a un investigador privado.

—Eso es demasiado.

—Lo sé, por eso no hemos tenido novios, siempre salen corriendo — se rió.

—Lo siento, no debí reírme.

—Está bien, no te preocupes.

—¿Ya saben del viaje tus papás?

—Sí, solo los detalles generales.

—¿Eso quiere decir...?

—Que no sabe que iré sola con mi jefe — se rió.

—No quisiera ser víctima de tu padre.

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