CAPÍTULO 21

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Sentí claridad en el rostro, abrí los ojos lentamente, Elliot estaba despierto, cuando me vio, sonrió.

—Buenos días preciosa.

—Buenos días, señor Harrison.

—¿Cómo dormiste?

—Bien gracias, aunque un hombre no me dejó dormir hasta tarde.

—¿Y quién será ese hombre?

—Un hombre guapo, de ojos hermosos, atractivo, tierno y el esposo más sexy del mundo.

—¿Soy un esposo sexy?

—Muy sexy.

—Bueno señora, será mejor que nos levantemos antes de que no podamos salir de esta cama.

—Que mal — me levanté de la cama y me quité la camisa que traía puesta, la dejé caer accidentalmente frente a mí, me agaché sensualmente a recogerla, dejándole a Elliot una vista completa de mi trasero.

—Señora Harrison, sé lo que está haciendo.

—Yo no estoy haciendo nada.

Elliot se levantó y se paró detrás de mí, al instante pude sentir su erección contra mi espalda baja, mi entrepierna se humedeció con tan solo sentirlo rozar mi piel.

—Creo que nos divertiremos un rato, señora Harrison.

—Me gusta la idea.

Me giré a él y lo besé, entramos torpemente a la ducha, hicimos el amor en la ducha y salimos después de una hora, preparé café para el camino, nos tomaría dos horas para llegar a la playa, preparamos todo, me puse un bikini blanco y sobre el me puse un short y una camisa, cuando estuvimos listos, salimos de la casa, nos subimos al auto y Elliot comenzó a conducir a la playa, tomamos café en el camino.

—Puedes dormir si quieres — dijo Elliot.

—Estoy bien, mejor hablemos.

—¿De qué quieres hablar?

—¿Cuántas novias tuviste?

—Ninguna.

—¿Ninguna?

—Ninguna y contigo me casé, así que eres mi esposa.

—Yo tampoco tuve novios.

—Lo sé.

—¿Cuál es la diferencia del amor de tu vida y el primer amor?

—Ninguna.

—Sí la hay.

—Para mí no, para mí, es la misma persona, tú eres el amor de mi vida y también mi primer amor.

—Eres tan lindo — le sonreí.

—Solo digo la verdad mi amor.

—¿Falta mucho para llegar?

—Mi amor, acabamos de empezar el camino.

—Entonces si dormiré, esto será muy largo.

—Duerme.

Me acomodé en el sillón, cerré los ojos y lentamente me fui quedando dormida. Me desperté, había dormido como una hora y media.

—Ya despertaste.

—Sí ¿Falta mucho?

—No, casi llegamos.

—Genial.

—¿Cuánto tiempo tienes sin ir a la playa?

—Varios años.

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